Quieren cambiar todo, menos ellos – Rafael Cadenas

Publicado en prodavinci

Por: Rafael Cadenas

Dádivas quebrantan peñas, sobre todo si éstas son porosas.                                                                                  descarga

Los revolucionarios odian el capitalismo, pero a muchos de ellos les gusta demasiado el capital.

La soberanía nacional, sin la medida que le impone la civilización, le viene como de molde a los dictadores: así subyugan más fácilmente a los pueblos.

Llamar vacío su discurso ofende al vacío.

Doña Bárbara derrocó a Rómulo Gallegos y sigue en el poder.

La utopía sangra.

Quieren cambiar todo, menos ellos.

La justicia no puede ser revolucionaria ni reaccionaria. Carece de adjetivo. Es sola.

Imponer una manera de pensar impide el pensar.

Se puede combatir sin odio, éste esclaviza al odiador.

Cuando el estado se agiganta, los ciudadanos readquieren minoría de edad.

El principal componente de todo autoritarismo es la inflación del ego.

El totalitarismo te advierte: si disientes, eres enemigo, o sea, exterminable. La democracia te dice: piensa como quieras.

El nacionalismo es enemigo de la humanidad.

Democracia y comunismo son antónimos.

Ahora se sabe: los revolucionarios, con honrosas excepciones, me figuro, lo que deseaban en el fondo era vivir como burgueses, y lo han logrado. Se convirtieron en lo que creían odiar. Su enemigo terminó triunfando cuando llegaron ellos al poder.

Forman la nueva clase sobre la cual escribió Milovan Dilas.

Esta conversión ya parece una ley de la historia.

Es amigo de todos los dictadores y autócratas del mundo y muchos intelectuales lo apoyan. Deberían explicarle eso al país. Tengo curiosidad por ver cómo lo harían.

Puesto que se tienen a sí mismos por redentores, al menos debían hablar con crianza, como recomendaba Santa Teresa.

En cuanto a vulgaridad, algunos sedicentes revolucionarios son insuperables, pero ese rasgo era visto por Trosky como contrarrevolucionario.

Sin convivencia cordial no se puede construir nada sólido.

Quítate del odio y recoge del suelo la pobre fraternidad que largaste, alucinado por una ideología extenuada de tanto fracasar.

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