Nobel de literatura sin ficción, pura realidad

Muy temprano en la mañana del jueves 08 de octubre llegó la noticia: La bielorrusa Svetlana Alexievich, Premio14443184037997 Nobel de Literatura. Alexievich de 67 años es la ganadora. Según el dictamen de la Academia sueca destacan “sus escritos polifónicos, un monumento al sufrimiento y al coraje en nuestro tiempo”.  Escritora y periodista, ha retratado en lengua rusa la realidad y el drama de gran parte de la población de la antigua URSS, así como de los sufrimientos de Chernóbil, la guerra de Afganistán y los conflictos del presente. Es muy crítica con el Gobierno bielorruso.

“Nacida en Ucrania, hija de un militar soviético, de origen bielorruso. Cuando su padre se retiró del Ejército, la familia se estableció en Bielorrusia y allí ella estudió periodismo en la Universidad de Minsk y trabajó en distintos medios de comunicación. Se dio a conocer con La guerra no tiene rostro de mujer, una obra que finalizó en 1983 pero que, por cuestionar clichés sobre el heroísmo soviético y por su crudeza, solo llegó a ser publicada dos años más tarde gracias al proceso de reformas conocido como la perestroika. El estreno de la versión teatral de aquella crónica descarnada en el teatro de la Taganka de Moscú, en 1985, marcó un hito en la apertura iniciada por el dirigente soviético Mijaíl Gorbachov.”

nobel2Entre las obras de esta Premio Nobel están “El tiempo de segunda mano” y “El final del hombre rojo”, su última obra publicada. “En este nuevo documento, Alexievich se propone “escuchar honestamente a todos los participantes del drama socialista”, dice el prólogo. Afirma la escritora que el “homo sovieticus” sigue todavía vivo, y no es solo ruso, sino también bielorruso, turcomano, ucraniano, kazajo… “Ahora vivimos en distintos Estados, hablamos en distintas lenguas, pero somos inconfundibles, nos reconocen en seguida. Todos nosotros somos hijos del socialismo”, afirma, refiriéndose a quienes son sus “vecinos por la memoria”. “El mundo ha cambiado completamente y no estábamos verdaderamente preparados”, dijo en una reciente entrevista a Le Monde. Atrapada aún en el espacio soviético, Alexievich indaga con angustia y sufrimiento sobre el fin de una cultura, una civilización, unos mitos y unas esperanzas.”

Cuando leímos la noticia, nos pareció maravilloso, magnífico que el Premio Nobel fuera dedicado a una periodista. El Nobel de Literatura es generalmente para el escritor de ficciones. En este caso, es para una escritora sobre la realidad, cero ficción.

Y es una periodista que, como todos los auténticos periodistas en todas partes del mundo, en todos los tiempos, es una buscadora de la verdad. Una verdad que se esconde bajo intereses oscuros, siniestros, generalmente del poder. El poder político, el poder del gobierno, el poder de las grandes corporaciones, el poder de esas instituciones inmensas que, precisamente, gracias a ocultar la verdad, se consolidan ante el gran público, ante el llamado “pueblo”.

Premiar a una periodista que se ha enfrentado al gobierno de su país, y que por ese enfrentamiento ahora vive exilada, es premiar a todos los periodistas. Y muy en particular es premiar a los periodistas venezolanos en estos tiempos donde las palabras, los gestos, pesan demasiado y pasan a ser peligrosísimos para un gobierno cada día más nervioso.

Lukashenko es  uno de los grandes aliados de esta revolución chavista. Varias veces ha venido al país, varias veces fuero Chávez y Maduro a Bielorusia. De manera que si la señora Alexievich es expulsada y es enemiga del gobierno bieloruso de Lukashenko, entonces también lo ha de ser del gobierno chavista.

Nuestra solidaridad total, entonces, con la nueva Premio Nobel de Literatura, Svetlana Alexievich. Ahora, a leerla.

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