En uno de estos portales de literatura hacen un listado bastante interesante. Las mejores frases finales en una novela. Porque así como uno recuerda, por ejemplo: “Un bongo remonta el Arauca” o “Muchos años después frente al pelotón de fusilamiento el Coronel Aureliano Buendia habría de recordar… o “En un lugar de la mancha de cuyo nombre no quiero acordarme”. Así como uno recuerda los comienzos importantes, hay algunos finales determinantes.
Claro, todo listado es siempre arbitrario, por ejemplo, para los que elaboraron esta lista, la cita de cierre en el primer lugar es:
El Retrato de Dorian Gray de Oscar Wilde: En el suelo, vestido de etiqueta, y con un cuchillo clavado en el corazón, hallaron el cadáver de un hombre mayor, muy consumido, lleno de arrugas y con un rostro repugnante. Sólo lo reconocieron cuando examinaron las sortijas que llevaba en los dedos.
Rebelión en la granja de George Orwell: Los animales, asombrados, pasaron su mirada del cerdo al hombre, y del hombre al cerdo, y, nuevamente, del cerdo al hombre; pero ya era imposible distinguir quién era uno y quién era otro.
Los Miserables de Víctor Hugo: Duerme. Aunque la suerte no le fue propicia, vivía. Y murió cuando perdió su ángel. La muerte le llegó sencillamente, como llega la noche cuando se marcha el día.
En cuarto lugar colocan ellos Cien años de Soledad de Gabriel García Márquez, que es un final sencillamente
escalofriante: Sin embargo, antes de llegar al verso final ya había comprendido que no saldría jamás de ese cuarto, pues estaba previsto que la ciudad de los espejos (o los espejismos) sería arrasada por el viento y desterrada de la memoria de los hombres en el instante en que Aureliano Babilonia acabara de descifrar los pergaminos, y que todo lo escrito en ellos era irrepetible desde siempre y para siempre porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra.
Además, este es el único momento en las 400 páginas de la novela, cuando se dice la frase “Cien años de Soledad”.
Lo que llama la atención es que García Márquez tiene tres novelas con esto de los grandes finales. Por ejemplo, la número 10, acompañado por finales como el de Don Quijote, El Principito, Lo que el Viento se llevo y Alicia en el País de las Maravillas, es para Crónica de una Muerte Anunciada.
La Crónica de una muerte anunciada, inspirada en una historia real, es en realidad un texto policíaco, un texto de suspenso ¿Quién mató a Santiago Nazar? O ¿Cómo es el final de Santiago Nazar? Para evitar que la gente fuese directo al final a averiguar, García Márquez optó por algo sensacional. Puso el párrafo final en el comienzo de la novela. De manera tal de que ya la gente, el lector supiese a qué atenerse. Y el entonces párrafo final va perfectamente concatenado con el del principio, con lo cual la novela se cierra como en círculo. El párrafo en cuestión dice: Santiago Nazar la reconoció.-Que me mataron, niña Wene- dijo.Tropezó con el último escalón, pero se incorporó de inmediato. ‘Hasta tuvo el cuidado de sacudir con la mano la tierra que le quedó en las tripas’, me dijo mi tía Wene. Después entró en su casa por la puerta trasera, que estaba abierta desde las seis, y se derrumbó de bruces en la cocina.”
Y además, muy por delante de Anna Karénina que está en el lugar 13, o por ejemplo de Ensayo sobre la ceguera de Saramago está “El amor en los tiempos del cólera”. Y acá, en lo personal, pienso que este es el mejor final que puede haber: El capitán miró a Fermina Daza y vio en sus pestañas los primeros destellos de una escarcha invernal. Luego miró a Florentino Ariza, su dominio invencible, su amor impávido, y lo asustó la sospecha tardía de que es la vida, más que la muerte, la que no tiene límites.–¿Y hasta cuándo cree usted que podemos seguir en este ir y venir del carajo? –le preguntó. Florentino Ariza tenía la respuesta preparada desde hacía cincuenta y tres años, siete meses y once días con sus noches.—Toda la vida —dijo”
Por si fuera poco, en el puesto 15, otra de García Márquez. El coronel no tiene quien le escriba: El coronel necesitó setenta y cinco años -los setenta y cinco años de su vida, minuto a minuto- para llegar a ese instante. Se sintió puro, explícito, invencible, en el momento de responder:-Mierda
Llegué solo hasta el final número 20 que es: Lolita de Vladimir Nabokov.
En realidad son 100 finales, no me extrañaría que García Márquez siguiera repitiendo en lugares privilegiados.