Vivimos en los tiempos de la cultura del cine. El cine nos marca las diversiones, nos marca los gustos, las tendencias, impone modas, en fin. Dicho esto, ahora tenemos que ocuparnos de una trilogía muy exitosa bautizada como “Volver al futuro”, llevada adelante por el director Robert Zemeckis.
La primera película fue titulada así: “Volver al Futuro”, y la contradicción en el título se superaba por el simple hecho de que Marty McFly, el protagonista de la película, viajaba al pasado cercano donde no sólo conocía a sus padres, sino que se las arreglaba para juntarlos, para que se enamorasen y para que, en definitiva, él pudiese nacer. Tuvo tanto éxito esta película que en 1989 salió la segunda parte.
En esta oportunidad el “Volver al futuro” era un viaje exactamente al futuro de aquellos años 80. Se asumía que la película se desarrollaba en 1985 y que viajarían 30 años a este año nuestro de 2015. Y llegaban al futuro exactamente el 21 de octubre del 2015.
Pues bien, el 21 de octubre del 2015 pasó hace unos días, y se recordó la circunstancia que supuso la película de Zemeckis en todo el mundo, y de manera muy especial en los Estados Unidos. Y no faltaron las comparaciones.
Por ejemplo, en el año 2015 en “Volver al Futuro” los carros y las patinetas volaban, las botas Nike se amarraban solas, la justicia era tan pero tan rápida que no hacían falta abogados. Además de esto la energía era limpia, de manera tal de que el petróleo ya no estaba y el mundo pues era un oasis de limpieza, así era el planeta.
Además, la energía era limpia, de manera que el petróleo ya no era necesario y el mundo era un oasis de limpieza. Así era el planeta. Además el cáncer ya prácticamente estaba superado. Ya existían los drones pero se usaban para pasear al perro.
La cruda realidad actual es menos idílica. El petróleo sigue allí afuera, y sigue contaminando. El actual presidente de Estados Unidos -presidente negro, cosa seguramente insospechable para 1989- tiene una cruzada precisamente contra la contaminación mundial, y ha logrado el apoyo de grandes empresas, pero no así, como era de esperarse, de las grandes petroleras. Los carros no sólo no vuelan sino que siguen consumiendo gasolina, las patinetas ruedan perfectamente por el asfalto, los zapatos de goma todavía se amarran con trenzas, y sí existen los drones, pero se usan básicamente para matar porque son un arma de guerra. La justicia sigue siendo lenta y los abogados se asumen más necesarios que nunca. Pero en países como el nuestro, en el que no sólo no hay justicia sino que tampoco hay Estados de Derecho, muchos abogados tienen que salir a ruletear de taxistas, como le está pasando a tantos otros profesionales en tantas otras profesiones.
En la película el fax sigue siendo muy importante, pero éste cayó en desuso y ya no sirve para absolutamente nada. En la película, eso sí, existían pantallas planas y hacían videoconferencias, como hoy se acostumbra. Había algo parecido a los lentes Google y el 3D estaba impuesto en todas partes, hasta en las esquinas. Pero hay algo curioso, el cine ha menospreciado a las computadoras. En algún momentos lo comentamos, cuando se filma “2001, odisea del espacio”, en los años 60, imaginaban que en el 2001 habría una navegación normal, por ejemplo, a la luna y a otros planetas. La nave que viajaba al espacio exterior era comercial, nada menos que de la Panamerican, que llegó a ser la línea más importante y más grande del mundo; pero ésta quebró hace ya unas cuantas décadas. Y el drama que le ocurre a los viajeros de “2001 odisea del espacio”, es que la computadora enloquece. Pero la computadora es tan inmensamente grande que ocupa tres cuartos de la nave en la que viajan. Ninguno en aquél entonces imagino que las computadoras iban a ser cada día más y más pequeñas, tanto que usted ahora hasta las lleva en el bolsillo.
Un último detalle. En la Venezuela de hoy son muchos los carros que ya no ruedan por el asfalto. Pero tampoco vuelan. Están parados por falta de repuestos.