Lo que suena al fondo es uno de los mejores temas de Rubén Blades, “El 
Padre Antonio y el monaguillo Andrés”. El monaguillo Andrés Eloy Pérez quien acompañaba al Padre Antonio al momento en que al Padre Antonio fue sacrificado en el momento de oficiar la misa. Rubén Blades compuso este tema en memoria, en homenaje, en tributo a Monseñor Oscar Romero, Obispo Salvadoreño que fuera conocido como “La voz de los sin voz”. Recordemos, Monseñor Romero fue asesinado en plena misa el 24 de marzo de 1980.En Salvador en ese entonces, estaba arrasado por una terrible ola de violencia, ola de violencia que desató una guerra civil. Se acusa de su muerte a gente de la extrema derecha. El asesino, se dice, fue el Mayor Roberto D´Aubuiss, un líder militar que fue entrenado en la escuela de las Américas en los Estados Unidos. En aquellos tiempos de violencia, en la extrema derecha se leían pintas en las paredes que decían: “Haga patria, mate un cura”. Y mataron a muchos curas, y el más emblemático de todos fue Monseñor Romero.
Estados Unidos vivió un momento duro porque se decía que apoyaba
abiertamente a los grupos derechistas a los cuales se enfrentaba Monseñor Romero. Y Monseñor Romero, lejos de ser un izquierdista, trataba de ser sencillamente la voz de los que no tenían voz. Su funeral fue otro hecho de violencia terrible. 40 personas fueron asesinadas en la violencia de ese día. A Monseñor Romero se le conocía como “La voz de los sin voz”. Y a raíz de su muerte, el Vaticano, un Vaticano muy inclinado a la derecha, el Vaticano en el largo papado de Juan Pablo II decidió prohibir ningún tipo de homenaje póstumo y mucho menos de una eventual beatificación de Monseñor Romero. Pero resulta que ahora todo ha cambiado.
El Papa Francisco, que a la chica callando poco a poco va revolucionando toda la iglesia católica, ha anunciado que suspendió la prohibición para beatificar al arzobispo Salvadoreño. Dice la nota del Vaticano:
El religioso salvadoreño murió baleado por un francotirador asociado a los escuadrones de la muerte de la extrema derecha en ese país, mientras oficiaba una misa en la capilla del hospital para enfermos de cáncer Divina Providencia, en San Salvador,el 24 de marzo de 1980.
El arzobispo es recordado por denunciar las injusticias cometidas en los años previos al conflicto armado entre el ejército y la guerrilla que sufrió El Salvador durante doce años (1980-1992), y que dejó un saldo de 75.000 personas muertas, 8.000 desaparecidos y 12.000 lisiados.
Fue un ferviente defensor de la Teología de la Liberación, una interpretación de la fe cristiana desde la perspectiva de los pobres (…) Y por eso, por su cercanía a la teología de la liberación, el Vaticano del Papa Wojtyła le tuvo cierta ojeriza.
Pues bien, ahora todo ha cambiado. Dice el Papa Francisco que confía que el proceso de beatificación ocurra con celeridad. Tanto han cambiado las cosas que en el 2011 Barack Obama siendo Presidente de Estados Unidos, cuando visitó El Salvador, fue al sepulcro del arzobispo en la catedral de San Salvador acompañado del entonces Presidente Salvadoreño Mauricio Funes.
El Cristo de palo pegado a la pared que cantó Rubén Blades, evidentemente se prepara ahora para un destino más amplio, más luminoso y con reconocimiento, ahora sí, universal.
