“Murieron las rancheras”. ¿Cómo va a morir algo que es eterno? Se preguntará usted. Pues de alguna manera la eternidad ha muerto.
En una nota que leo a Elena Reina desde México en el diario El País de Madrid, ella llama la atención sobre el programa de los Grammy Latinos. “La categoría de música ranchera no se celebrará por falta de inscripciones”. Así de sencillo. Desde hace 8 años no se estrena un tema nuevo, una nueva ranchera. Y luego de la retirada de Vicente Fernández, la muerte de Juan Gabriel pues la ranchera como que pasó al olvido.
Dice esta periodista:
“No hay artistas nuevos, los compositores que quedan se han pasado a la banda norteña o al pop para sobrevivir y los lamentos cantados frente a un vaso de tequila ya huelen a vintage. No hay artistas nuevos, los compositores que quedan se han pasado a la banda norteña o al pop para sobrevivir y los lamentos cantados frente a un vaso de tequila ya huelen a vintage. Martín Urieta, último autor vivo de la banda sonora parrandera hecha en México, explica con dolor que a sus 76 años está viendo cómo se muere el género de su vida, cómo da “pataditas de ahogado”, precisa. El hombre que compuso Acá entre nos o Mujeres divinas, que Vicente Fernández los convirtió en el himno de cualquier cantina que se precie, se encuentra escribiendo rancheras para un sevillano (sur de España), que “pese a ser extranjero ha entendido muy bien el género y canta de maravilla”, añade. Porque en México la música ranchera, según cuenta, ya no vende. “Nos hemos dejado invadir por la cosa gringa del pop y ya no existe una radio que difunda nuestra música”.
Esto es curioso, porque se habla de la muerte de la ranchera cuando se conmemora que 43 años atrás, el 23 de noviembre fallecía de cirrosis después de tanta tequila y tanto despecho el gran José Alfredo Jiménez, el autentico poeta inmortal.
Martín Urieta define la situación de esta manera: “Antes los autores hacían canciones para vivir, ahora las hacen para comer”.
¿Cree usted quelas rancheras en efecto han muerto? Es como decir que murió el tango o murió el son. Es como decir que murió meramente la canción. ya por ahí vendrá alguno a componer y a brindar por José Alfredo, y a volver a brindar por ellas aunque mal paguen. Esas cosas no mueren, sedan sus paréntesis solamente.
Sólo la gente construye y destruye