Publicado en Punto de Corte
Hace casi un año que la situación de escasez de alimentos en las instalaciones militares, no se resuelve con una caja de CLAP. Las quejas han sido cada vez más frecuentes. Los almuerzos cada vez más pobres en proteínas. Los desayunos a veces eran los mejores resueltos, pero fueron reduciéndose muchas veces a una arepa con mantequilla. Es así como las quejas pasaron a la protesta.
Cuando un video, donde aparecen funcionarios de la Guardia Nacional Bolivariana en Fuerte Tiuna, reclamando comida porque tenían hambre, se hizo viral, muchos sectores de la sociedad civil entendieron aquello de que la Fuerza Armada es el reflejo de lo que ocurre en la sociedad.
Pero esa no ha sido la única protesta, solo que ésta se hizo pública porque los videos del hecho, rodaron por las redes sociales. Esos guardias reclaman lo que en muchos cuarteles ya es común: tienen hambre por la baja cantidad de alimentos que están recibiendo durante las horas de comida y el dinero que reciben como sueldo no les alcanza ni para el pago del pasaje.
Los vídeos de la protesta de los guardias evidenciaron otros hechos, más allá de manifestar el hambre que están pasando. Cuando uno de los guardias nacionales, posteriormente detenido, exige que ellos con quieren hablar es con el ministro de la Defensa, GJ (Ej) Vladimir Padrino López está rompiendo una de las bases de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana: la subordinación. Claro, el militar asume que como en la FANB parece que cada quien aplica su propia ley, pues le resulta normal que él quiera hablar con quien supone va a resolverle el problema que su superior inmediata no ha podido. Así desconoce la estructura piramidal de la institución castrense.
Otro hecho significativo es que una de las quejas de los insubordinados es que no les alcanza para el pasaje. En la otra Fuerza Armada eso no era punto de discusión. Se supone que la institución les da algunos beneficios a sus integrantes, que hace atractivo su permanencia en el componente. Por esa razón se crearon los hospitales militares, de manera que el funcionario de cualquier componente fuese atendido con privilegios. También el seguro médico y el Instituto de Previsión Social de la Fuerza Armada (Ipsfa) complementaban la atención médica. Luego vinieron beneficios como créditos, carros, vivienda.
En cuanto a pernoctar y comer, eso jamás fue problema. Las instalaciones militares se acondicionaron para que el personal pudiese ejercitarse, entrenarse, alimentarse y descansar, en las mejores condiciones posibles. Incluso los oficiales contaban con las viviendas en guarnición.
A ningún militar se le ocurría exigir, como ocurre hoy en día, que lo trasladaran para el comando más cercano a su vivienda, porque necesitaba atender a la familia, le hacía falta el calorcito de su mujer o tenía que llevar a los niños a la escuela. Y menos aún reclamar porque el pasaje para ir a la casa no le alcanza.
Se supone que la FANB era su prioridad, su familia, su razón de ser y prepararse, aplicando aquel lema de que “cuando el clarín de la patria llama, hasta el llanto de la madre calla”.
La mayor razón de queja en la institución castrense tenía que ver con el apresto operacional, las condiciones de los soldados en la frontera, la presión por la profesionalización y tener los equipos militares más modernos.
Con la llegada de Hugo Chávez al poder, algunos de los principios sufrieron fracturas, como el caso de la subordinación y la disciplina. Chávez ordenó que los hospitales militares atendieran a los civiles y con ello colapsó el servicio médico asistencial destinado a los miembros de la FANB.
La empresa de seguros cada día responde menos a la necesidad de los uniformados y sus familiares. La calidad de vida de los militares se fue deteriorando y se ha ido perdiendo el orgullo de pertenecer a una de las instituciones que mejor posicionada estuvieron en el país.
Abundan los casos de militares apropiándose de alimentos durante los saqueos de camiones o establecimientos de comida. Son muchos los casos ocurridos durante las últimas elecciones. En varias escuelas aparecieron forjadas las cerraduras de los depósitos de la comida de los niños, mientras las escuelas estaban custodiadas por los militares; se llevaron todo.
Igual sucedió durante las guarimbas, cuando los militares aprovecharon de vaciar centros de acopio de los alimentos de los CLAP o comida escolar.
¿Y mi bolsa?
Si algo resultó inaudito oírle, ese 8 de enero 2018, a los guardias que reclamaban comida en Fuerte Tiuna fue decir que no tenían ningún tipo de beneficio, que no estaban recibiendo la bolsa de comida a través de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP).
Y uno de los cabecillas del acto de insubordinación, presionaba sin considerar que en su condición de ser parte de la institución armada, estaba cometiendo un delito, al decir que “No vamos salir más a la calle hasta que no venga el ministro de la Defensa”.
En diciembre las manifestaciones de molestia en la FANB habían subido de tono ante el incumplimiento de entregarles el pernil navideño. El presidente de la República, Nicolás Maduro, dijo como excusa que la culpa era del gobierno de Portugal. Pero a los militares no les importa de quien es la culpa, sino que el pernil no les llegó a ellos, solo a algunos generales de más alto rango.
La insubordinación por el reclamo de alimentos, logró la participación de 55 guardias nacionales, entre ellos dos wayús, lo que es un número nada descartable para que la FANB lo considere. Su acto tuvo cierta ingenuidad y por ello permanecían detenidos en la antigua Escuela de Enfermería del Fuerte Tiuna de Caracas.
La protesta no se quedó en el video, sino que familiares de los indígenas wayús denunciaron ante el Comité de los Derechos Humanos de la Guajira y solicitaron que se emitiera alerta a las organizaciones aliadas de que los dos indígenas estaban incomunicados. El coordinador de la ONG, José David González, le pidió al Gobierno Nacional ocuparse del caso a la vez que señaló que es grave la situación de los cuarteles y podría empeorar debido a la hambruna que se reporta desde las bases militares.
“Sabemos que la situación de los cuarteles es crítica, porque no hay alimentos para atender a los soldados dentro de esas instalaciones”, dijo González.
Al final quedaron identificados como los propiciadores de la insubordinación y detenidos cinco sargentos. Los sargentos primeros (GNB): Jesús Bermúdez Villegas, Nervis Rincón Redondo, César Balzán Balzán, Neomar Brito Malavé, y el sargento segundo Cardis Vílchez Montiel.
Por ahora no pasó a mayores, pero si la Fuerza Armada no resuelve el problema de los alimentos, de manera prioritaria, las protestas pueden generar en hechos más álgidos, más allá de la protesta por tener hambre o de la cantidad de solicitudes de baja que cada día crece más.