Los golpes de Estado tienen su protocolo, tienen su forma, su modo, su manera de llevarse adelante. A propósito del reciente golpe en Egipto, el periodista James Reynolds de la BBC escribe lo siguiente:
La declaración del general Abdel Fattah al-Sisi, el 3 de julio en Cairo, Egipto, se ajustó a un libreto y vestuario, que data de al menos cuatro décadas.
Un general tosco lee un comunicado en la televisión estatal en el que informa que, renuentemente, las Fuerzas Armadas han decidido tomar medidas para salvar al país.
El general tiene que asegurarse de que proyecta la imagen correcta: necesita un uniforme impecable, equipado con medallas.
Necesita también un podio o, al menos, una mesa sólida. Las gafas son opcionales.
La apariencia del general cuando lee la declaración puede convertirse en la imagen definitoria de su país en el mundo exterior y ciertamente será una imagen que recordará su propio pueblo.
La declaración también debe seguir cierto formato.
El general debe subrayar que el ejército está cumpliendo a su deber patriótico. Ante todo, el líder debe evitar calificar sus acciones con la palabra “golpe”, pues podría hacerlo parecer un bandido. La palabra preferida es “intervención”.
Los pioneros en el arte del comunicado del golpe de Estado fueron el general Augusto Pinochet y los miembros de su junta en Chile en septiembre de 1973.
Los cuatro líderes militares aparecieron en uniforme detrás de una mesa sólida.
“Las fuerzas armadas y de orden actuaron sólo bajo la inspiración patriótica de sacar al país del caos que en forma aguda lo estaba precipitando el gobierno marxista de Salvador Allende”, anunció el Pinochet. “La junta mantendrá el poder judicial… las Cámaras quedarán en receso hasta nueva orden. Eso es todo”.
Su colega Gustavo Leigh añadió unas palabras que le sirvieron a generales futuros en busca de inspiración para sus propias declaraciones: deber patriótico, sacrificio, apoyo del pueblo.
“Por los sagrados intereses de la patria nos hemos visto obligados a asumir la triste y dolorosa misión que hemos acometido”, declaró Leigh. “No tenemos miedo. Sabemos la responsabilidad enorme que cargará sobre nuestros hombros. Pero tenemos la certeza, la seguridad, de que la enorme mayoría del pueblo chileno está con nosotros”
Los generales chilenos de 1973 decidieron sentarse juntos, y así lo hicieron los egipcios en 2013.
Eso da la apariencia de igualdad y trabajo de equipo, pero también puede crear problemas en el futuro.
Los oficiales militares chilenos se tuvieron que asegurar de que las puertas fueran lo suficientemente anchas para que pudieran entrar todos al mismo tiempo en las apariciones públicas.
Eventualmente, el general Pinochet decidió que gobernaría sólo. Y lo hizo hasta 1990. Más de 3.000 personas perdieron la vida durante sus años de gobierno militar.
Luego en la nota de la BBC se pasa a estudiar el golpe de Estado de Kenan Evren en Turquía en 1980. Se narra la intentona de Tejeros contra el gobierno constitucional en España, que fue paralizado, fue frenado de golpe por el Rey Juan Carlos. De hecho el articulista de la BBc dice:
La intervención de Juan Carlos ayudó a asegurar la supervivencia de la joven democracia española. Más de tres décadas después, el discurso del rey en su uniforme militar sigue siendo la única acción definitoria de su reinado.
A propósito de esto recomendamos leer ampliamente Anatomía de un instante, la larga crónica de Javier Cercas. Ahora bien, comentan acá el protocolo cuando fracasa un golpe y citan aquí el caso de Hugo Chávez en febrero de 1992. Llaman la atención: le permitieron transmitir un mensaje por televisión para sus colegas golpistas. “Compañeros: Lamentablemente, por ahora, los objetivos que nos planteamos no fueron logrados en la ciudad capital”.
Todavía se discute por qué le permitieron a Chávez hablar en ese momento al país cuando todavía era un desconocido. ¿Por qué si Pérez y el Alto Mando lo habían negado? Bueno, eso sigue siendo parte de las especulaciones de aquella intentona golpista. Lo importante es que en todos estos casos se irrumpe contra un orden constitucional. Pinochet irrumpió contra el presidente constitucional Salvador Allende, así como Hugo Chávez irrumpió contra el presidente constitucional Carlos AndrésPérez.
Ahora, ¿Qué ocurre en el caso de Egipto? ¿Qué ocurre con Morsi?, ¿Qué ocurre con al-Sisi? Al respecto recomendamos leer el artículo, que también publicamos en nuestra página, Enamorados de la Muerte, de Carlos Raúl Hernández.
Porque hay golpes de estado de golpes de estado evidentemente. Y algunos pasan con una cara un poco más lavada que otros ante la historia. Aunque la constitución, si en efecto existe, siempre debería ser respetada.