A Floralicia, mi esposa, le gusta el futuro. Le apasionan todos los temas que tiene que ver con el porvenir de la humanidad. Le gustan las historias de ciencia ficción. A mí, por el contrario, el futuro no me seduce mucho. A lo mejor es porque ya estoy cerca, girando, como cantan los hípicos, en la última curva. Pero no es cosa de ahora, siempre me interesó más el pasado. Quizá porque en el pasado uno sabe como comienza y termina la historia. En el futuro queda toda ella siempre abierta. Prefiero los libros del pasado, prefiero las películas que cuentan hechos que ocurrieron, y me fastidia sobre manera la especulación de las películas de ciencia ficción. Tal vez por ello siento más afinidad con los historiadores que con aquellos que se dedican a especular el porvenir. Pero resulta que ahora me topó con un historiador que, lejos de ver hacia el pasado, le da por ver hacia el futuro. Se trata de Yuval Noah Harari.
Harari es un joven historiador israelí que, luego del éxito de su libro “Sapiens. Una breve historia de la humanidad” -muy recomendado tanto por Obama como por Mark Zuckerberg-, ahora ha presentado “Homo Deus” (el Hombre Dios), a propósito del porvenir y de cómo los adelantos en el mundo de la computación -la cibernética- harán que el hombre sea ya prácticamente un dios, o un esclavo.
En una nota muy interesante que escribe Cristina Galindo, en El País de Madrid, le hace una entrevista sobre lo que puede ocurrir en el futuro, sobre cómo vamos a depender de las computadoras. El título de la entrevista ya es cautivante: “Facebook y Apple podrán tener el control que la KGB nunca tuvo sobre los ciudadanos”. En los archivos computarizados de estas empresas –Apple, por ejemplo, o Amazon-, están todos sus datos, sus gustos, sus inclinaciones, lo que le interesa y lo que no. Le gusta esto, le gusta lo otro. ¿Por qué no le gusta tal cosa? ¿Por qué sí tal otra? De tal manera que saben demasiado de usted.
Dice Harari: “El cerebro es tan complejo que ni el KGB soviético, espiando a todas horas a los ciudadanos, era capaz de entender a la gente o predecir sus gustos y deseos. En cierto sentido, eso nos hace libres. Pero en el siglo XXI estamos adquiriendo más conocimientos biológicos y los ordenadores tienen más poder. Así que lo que el KGB era incapaz de controlar, Facebook o Apple podrán hacerlo en… ¿10, 20 o 30 años? Podrían monitorizar tu cuerpo con sensores biométricos, recoger estos datos y, con algoritmos sofisticados, analizarlos y saber exactamente quién eres, tu personalidad, qué te gusta, qué responderías a una cuestión. Cuando una entidad externa te entiende mejor que tú mismo, ya no hay libre albedrío.”
¿Es eso lo que nos espera? ¿Esclavos de una inteligencia artificial que nosotros mismos creamos? La respuesta puede ser afirmativa.