Nuestra cultura en el siglo XX está marcada de una manera indeleble por la experiencia cinematográfica. A diferencia de los ciudadanos de otros tiempos que no tuvieron el placer del cine, los ciudadanos ya desde el siglo XX para acá estamos hechos, construidos en base a la referencia cinematográfica.
Algunas películas nos marcan tanto, que quedan allí como referencias inclusive para la cotidianidad. Una de estas películas está cumpliendo 40 años. Es “El Padrino” de Francis Ford Coppola, según la obra homónima del escritor ítalo norteamericano Mario Puzzo.
Ford Coppola peleó con media humanidad, para poder llevar al cine la película tal como él la deseaba. En el año de 1972 se estrena esta obra, ya en aquel entonces, para muchos, obra maestra. Protagonizada por Marlon Brando, en el papel quizás, más emblemático de su carrera. Un hombre, un actor que a su vez tuvo tantos papeles emblemáticos: Un tranvía llamado deseo, Nido de ratas, en fin.
Acompañado por el entonces muy joven Al Pacino, el veteraniRobert Duvall, la preciosa Diane Keaton. Era la historia de una familia de gansters, arracando la post-guerra, 1945-1946. La película fue una revolución en su manera de narrarse, su fotografía con los claroscuros, el tempo, el trabajar como dice el crítico, Carlos Boyero en el diario El País de Madrid:
“El Padrino habla con un lenguaje inoxidable y hermoso de cosas que siempre han alimentado a las tragedias más profundas. Habla de la familia como refugio presuntamente invulnerable y de su lacerante quiebra, de las grandezas y las miserias del poder, de las barbaridades que hay que cometer para no perderlo, de la fatalidad y el destino obligando a asumir responsabilidades y metas opuestas a lo que habías pretendido que fuera tu vida, de la traición y la venganza, del crimen organizado y sus múltiples tentáculos de corrupción, incluido el soborno de los pilares de la ley, la política, la justicia y el orden, de los inmigrantes forzosos y sus códigos de supervivencia en ese mundo nuevo y hostil, de rivales ancestrales y violentos, de la mentira cotidiana intentando disfrazar la hipocresía y salvar los asideros vitales, de las pérdidas y las rupturas más brutales que impone el mantenimiento de un trono permanentemente amenazado por las conjuras, de la soledad cósmica a que está destinado el monarca de la jungla”.
El Padrino fue una referencia de tal dimensión, que con los años surgieron, inclusive: “manuales de citas”, “El código de vida de Don Vito Corleone” por decir algo. De Cómo Vito Corleone tenía una respuesta para cada asunto de la cotidianidad.
Dos años más tarde en 1974, Coppola trae la segunda edición del Padrino. En esta película, Al Pacino es el nuevo héroe y se recuerda la llegada de Don Vito Corleone, en este caso, representado magistralmente por Robert de Niro, que iniciaba así una extraordinaria carrera cinematográfica.
En menos de tres años dos Oscars, pues par a El Padrino y Ford Coppola. El Oscar del 72 y luego el Oscar del año 1974.
Después pasaron las décadas y vino la tercera entrega. En esta edición ya todos se pusieron un poco viejos, el propio Al Pacino no tuvo que maquillarse para envejecer, Ford Coppola tampoco. Además cometió la tontería de invitar a su hija para que hiciera el papel principal y la joven, pues, no tuvo mucho éxito por decir ninguno como actriz.
Esta saga arrancó con esa primera película de la cual hoy se cumplen 40 años.
Películas que no mueren, una de ellas, sin duda alguna El Padrino. El Padrino para muchos un auténtico drama shakespeareano de los tiempos que vivimos.
¿Será que la maldad sigue impune allá afuera? ¿Será que la maldad sigue siendo la marca de nuestro tiempo y de nuestros días?
No sé cuál de las 2 primeras es más grande. Pero definitivamente ambas son lo que llaman obras maestras. La transformación de Michael Corleone de héroe de guerra americana en el Don Corleone en la escena final de la primera entrega es sencillamente memorable y tan magistral como la interpretación de De Niro en la segunda. Ni hablar de Marlon Brando. Actuaciones como la suya trascienden lo meramente cinematográfico y quedan como huella indeleble y memorable en la historia del siglo XX.
Hay tantas y tantas actuaciones excelentes en este par de maravillas, que incluso los personajes de aparición más breve causan gran impacto… James Caan, Robert Duvall, Talia Shire y Diane Keaton, por nombrar solo algunos, ayudan a conformar una dupla fílmica casi irrepetible.