Publicado en: Infobae
Por: Sebastiana Barráez
Los tiempos en que era admirado y respetado por sus compañeros y subalternos han quedado atrás. La crisis afecta al salario de los soldados, las fronteras están desasistidas y los militares hallan en el narcotráfico un negocio lucrativo en esas zonas inhóspitas
Alguna vez fue un oficial que arrancó gestos de admiración y respeto entre sus compañeros y subalternos de la Fuerza Armada venezolana. Incluso unas horas después de ocurrida la Operación Libertad, cuando un número importante de militares y comandos del SEBIN se insurreccionó, el 30 de Abril, contra el Gobierno de Nicolás Maduro, el generalato se levantó para aplaudir de pie al ministro de la Defensa Vladimir Padrino López como un espaldarazo ante las versiones de que él habría estado involucrado en esa acción. Eran otros tiempos, que parecen muy lejanos, pero en realidad fue apenas hace 21 meses.
La carrera militar del general en Jefe era un ejemplo que aspiraba seguir quien pretendía llegar a la cúspide de la institución castrense, Padrino no fue el Alférez Mayor ni siquiera de los primeros de su promoción, pero sí exhibe una carrera que le permitió ascender de primero en todos los grados desde Mayor. Además, ocupó todos los puestos de comando, se lució en la Escuela de Las Américas, se hizo referencia obligada para los cadetes y cuando llegó al Ministerio armonizó a los grupos internos que libraban guerras intestinas.
Pertenece a la última promoción del Ejército de 30 años, la que se fue en el 2014 y de la que solo él queda activo; es un enigma si Padrino se percató del poder que alguna vez tuvo, de la posibilidad que pasó por su bastón de mando para cambiar la historia contemporánea de Venezuela o por lo menos para evitar la tragedia que vive el país e impedir la destrucción de la Fuerza Armada.
Y para eso no era necesario un golpe de Estado, solo que cumpliera con el juramento que hizo cuando se alistó, que rescatara del cesto de la basura, donde Hugo Chávez lanzó el artículo 328 que le impone a la Fuerza Armada estar “al servicio exclusivo de la Nación y en ningún caso al de persona o parcialidad política alguna”.
Tampoco se sabe en qué momento se dio cuenta, si es que lo hizo, de que no podía cumplir ni hacer cumplir la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y prefirió plegarse en silencio con la excusa de “los ataques del imperio”, el discurso trasnochado y mentiroso de la “defensa de la patria y la soberanía”, mientras contempló impasible, el avance de fuerzas extranjeras invadiendo el territorio venezolano, bajando las armas ante guerrilleros, paramilitares, grupos terroristas algunos saqueando las riquezas en el arco minero, otros colonizando territorios en la frontera y ahora avanzando tierra adentro.
Permaneció en silencio, por lo menos no hay una sola evidencia pública de haberse opuesto, al reclutamiento de jóvenes y adolescentes por parte de los grupos irregulares, donde les facilitan armas y drogas, les dan entrenamiento, los preparan como cobradores de vacunas e incluso como sicarios; Padrino sabe que el Ejército de Liberación Nacional (ELN) está usando a los indígenas como combatientes. Sabe que esos grupos delictivos y terroristas se uniforman en territorio venezolano, colocan alcabalas, tienen acceso a la data de identificación, secuestran, asesinan y amenazan.
Sin razón de ser
La permanencia en el poder desgasta, pero más aún si para retenerlo, El Príncipe, recordando al otro Nicolás, al considerado padre de la ciencia política, al Maquiavelo de la Historia, debe sacrificar lo que más ama: su institución. Negarle ese sentimiento sería mezquino.
Padrino López siempre supo que el camino apropiado para el país y para la Fuerza Armada era impedir el acceso de los grupos civiles armados o irregulares; no se trataba únicamente de los llamados colectivos, algunos satanizados, sino de pasar de la tolerancia a la complicidad con los grupos guerrilleros. En esa anarquía ha proliferado megabandas que asesinan, extorsionan, trafican, secuestran, captan jóvenes y hasta niños.
Esa función esencial, que constitucionalmente le pertenece a la Fuerza Armada de defender al territorio y la soberanía, para lo cual tiene el monopolio de las armas de la República, es el ejemplo más bochornoso de lo que hoy es la institución, que no puede expulsar al invasor de suelo venezolano. Los grupos guerrilleros y paramilitares se van apoderando del territorio venezolano de manera lenta, algunas veces con crudos enfrentamientos que dejan la sangre regada como testimonio de repetir en Venezuela la historia de lo que pasó en Colombia, pero con una diferencia esencial; no hay un solo ápice de ideología, solo ambición de esquilmar las riquezas venezolanas.
Ni Constitución
Una de las acciones determinantes para el aniquilamiento del prestigio que le quedaba al general Padrino lo representa la ilegal Ley Constitucional de la Fuerza Armada, cuyo único objetivo fue justificar la categoría de componente para la Milicia Bolivariana. Y no es por los ancianos o a veces lerdos personajes que hemos visto tratando de hacer maniobras militares, más bien es por los pequeños grupos elites que han sido entrenados para desatar una guerra usando el poderoso armamento militar de Venezuela, mientras un pueblo desarmado, muere de hambre.
Nuestras fronteras están desasistidas, ya no solo en manos de irregulares, ahora también de militares que encontraron en el narcotráfico un negocio lucrativo en esas zonas inhóspitas.
Hace unos días se presentó una comisión de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (Dgcim), con la Orden de Aprehensión N°013-21, y se llevó al comandante del 921 B.C. “Manuel Sedeño”, el Tcnel. Héctor Luis Parra Longart; de la 92 Brigada de Caribes “Tcnel. Marcelo Gómez”, detuvieron con la orden de Aprehensión 004-21 al Cap. Jonathan Gómez Ospina.
Con las órdenes de aprehensión N°005-21, N°000721, N°000821, N°000921, según Causa Penal N°01CT-S-04421-CP/MJT, se llevaron del 9202 Escamoto a los siguientes sargentos: SM/3RA. Samuel de Jesús Brito Guerrero, S/1RO. José Manuel Reyes, S/2DO. Omar José Moreno Rodríguez, S/2DO. Wilver Estermy Hernández Rojas, S/2DO. Erika Yolanda Irumbe Silva y S/2DO. Anderson Javier Rivero Rivero.
¿El delito en que estarían incursos? Contrabando Agravado, Concusión Tipo Penal y Financiamiento al Terrorismo, Cometido en Perjuicio del Estado Venezolano.
Eso es parte de la Fuerza Armada que Padrino López dejará.