El pasado 12 de agosto se cumplieron 51 años de la muerte de Ian Lancaster Fleming, el gran Ian Fleming. Un hombre que en la vida real estuvo en el espionaje británico, el espionaje naval, y luego esa experiencia la llevó a la literatura para convertirse en el más afamado escritor de novelas de espionaje porque creó, a su vez, al más famoso de todos los espías de todos los tiempos: James Bond.
Fleming había nacido el 28 de mayo de 1908 en Londres. Viene de una familia poderosa, muy rica. Tan es así que se educa en el muy exclusivo colegio de Eton. Y luego, al llegar la guerra, ya en 1939, Fleming entra en la inteligencia naval, British Department of Naval Intelligence, de la Marina Real Británica. Y es en este mundo donde concibe la creación de James Bond. De hecho Bond, como personaje espía, es un comandante, capitán de fragata, de la marina británica.
La primera historia de James Bond es Casino Royale, publicada en 1953. Y, curiosamente, Casino Royale fue la primera que se trató de llevar al cine, pero resultaba tan cara de producir que se abortó el intento. Fleming es autor de doce novelas de James Bond, además de nueve novelas cortas. Con el tiempo se han mezclado unas y otras para tratar de estirar las películas de james Bond que ya van son de veintitrés.
Mucho de Ian Fleming está volcado en James Bond. Era un bon vivant, fumaba, le gustaba beber bien, estaba a sus anchas en ese mundo del buen vivir con chicas elegantes a su alrededor. Muchas de sus historias se dan en el ambiente playero del Caribe, inspiradas fundamentalmente en Jamaica, donde él escribía, retirado en ese mundo tranquilo y tropical, caribeño. Y es de destacar que la primera que se filma es Dr. No, que se desarrolla precisamente en Jamaica.
Como detalle curioso, Fleming tiene el honor póstumo de ser el primer escritor británico cuyo nombre bautiza un aeropuerto. El aeropuerto internacional de Jamaica se llama: Sir Ian Fleming.
Fleming falleció, como decíamos, hace ya 51 años, a la edad de 56, en Canterbury, Inglaterra, víctima de un infarto agudo al miocardio.
En vida logró ver algunas de las películas de su personaje, y fue el quien tomó la decisión final para que Sean Connery se convirtiera en James Bond. Pudo disfrutar de Dr. No, y Desde Rusia con Amor pero no llegó a ver Goldfinger. Unos pocos días antes de su muerte le llevaron a conocer el set de filmación, y le dio el visto bueno a todo lo que vio y cómo se desarrollaría la historia.
Fleming no está pero James Bond sigue vivito y coleando. De hecho ya anuncian la próxima película para este fin de año.
