Mi hija Bárbara me invitó junto con un grupo de sus amigos de AVESID, a dar una caminata por Los Palos Grandes, un “arquitour” creo que es como le llaman. Lo cierto es, que un grupo de arquitectos deciden llevar el tour a los vecinos, por los edificios de Los Palos Grandes, por algunos de Altamira y la Francisco de Miranda. La experiencia es sin duda maravillosa.
Comenzamos en la Plaza de Los Palos Grandes, es la Plaza más reciente que tiene el Municipio, concebida de manera muy inteligente. Y acá, niños y adultos empezamos a disfrutar de la ciudad.
Luego bajamos por la Avenida de Los Palos Grandes hasta que nos topamos – ese día sábado en la mañana- con el mercado popular que bloquea por completo la Cuarta Avenida, y allí empieza una sabor único. Y de inmediato pasamos entonces al Parque Cristal. Es curioso, cuando usted va de visita a un país a una ciudad, usted se ocupa de visitar, se interesa en los edificios, en los arquitectos, en las plazas, en las calzadas. En su ciudad, en la que usted vive, usted ignora por completo todo eso. No, no me diga que es que en Caracas, no, eso le pasa a los parisinos y a los neoyorquinos también. Hay neoyorquinos que en 30 y 40 años nunca han subido al Empire State o le han dado la vuelta a la Estatua de la Libertad, por ejemplo.
Resulta que, usted puede pasar muchas veces frente a Parque Cristal, pero no se detiene a ver lo que hay allí. Para mí, a mis años, a mis años muy caraqueños, pues hubo descubrimientos importantes desde el diseño de la calzada, un jardín tropical bellísimo interno, al que nunca había reparado. Más luego, los espacios abiertos con los que jugó el arquitecto Walter J. Alcock. Es toda una obra imponente, maravillosa de recorrer y de entender donde estuvo el genio de Alcock en el momento de concebir este edifico, fuimos al Atlantic. Mientras el Parque Cristal es de la segunda mitad de los 60, el Atlatic es de los años 50. Lo que podría ser el primer edificio de un gran complejo petrolero, se quedó en solo un edificio. Allí funcionó un restaurante de mucho éxito, pero como corren los tiempos el restaurante, los dueños, el cocinero y quizá los comensales se fueron todos a Miami. El espacio está allí, vacío. Hay muchas cosas vacías en la ciudad. Pero la belleza, la imponente belleza del Atlantic ahí queda.
Luego caminamos por la Francisco de Miranda. Cruzamos la avenida y llegamos a la Hacienda La Estancia que maneja Pdvsa. Aquí el jardín bellamente cuidado, inmenso jardín, todo muy bonito hasta que, hasta que le sonríe a usted en una fotografía manchada de rojo exactamente el Comandante eterno. Pero eso no fue poco. Cuando entramos, toda una pared inmensa, que da al patio de secado de la antigua hacienda, está pintada con imágenes que nos cuenta la historia del galáctico. El galáctico juega beisbol, el galáctico es niño, el galáctico jura con la bandera, el galáctico esto, el galáctico lo otro, Nuestra guía se indignó y con mucha razón. Esto es un patrimonio del país, esto es un patrimonio nacional, esto no es para que alguien quiera hacer proselitismo político con esto.
Era sábado, cayó una ligera lluvia, ella se calmó, y al final entendió que más pronto que tarde esa pared va a regresar a sus colores originales.
Seguimos caminando, al salir por la parte de atrás nos señaló el viejo edificio de la Embajada Americana, también patrimonio arquitectónico, y por lo tanto no debería ser intervenido. Pero toda una fachada inmensa la cubre es la imagen de este tal “cheverito”, que antipáticamente recorre el país.
Seguimos caminando, llegamos al edificio Humboldt que hace esquina con la Avenida Francisco de Miranda y la Avenida Luis Roche. ¡Oh cosa curiosa! No se sabe quién diseñó el edificio, un edificio bellísimo. Dicen que lo diseñó un tal especialista, y los arquitectos se convierten entonces en detectives, y todavía no han logrado dar con la verdadera identidad del llamado “escapista”. La historia magnífica.
Subimos por la avenida porque hay otro edificio del “escapista”. El “escapista” hizo el edificio Univers que está justo más arriba del Hotel Caracas Palace. Acá si no se pudo entrar ni en este ni en otro, los caraqueños se han hecho desconfiados, ya no se puede entrar libremente en todas partes. Pero es un edificio que si uno se asomaba por una reja o por la otra, podía tener conocimiento de lo que ahí estaba.
Y luego en frente, quizá la plaza más bella de toda Caracas, la Plaza Altamira, que es en realidad muy joven. Apenas unos días atrás cumplió 70 años.
La rutas que hacen en este arquitour por Chacao son muchos más largas y más completas. La iniciativa es fabulosa.
¿Usted ha oído eso de “siempre se aprende algo nuevo”? Yo, a mis años como le digo, caraqueñísimo siempre, aprendí cualquier cantidad de cosas. De hecho: que un hueco al pie de una mata de mango se ve la Quebrada Pajaritos justo en la Francisco de Miranda.
Es una experiencia que recomiendo ampliamente. Por mi parte le doy las gracias a Barbarita.