Con el pétalo de una mandarria

Siempre se ha hablado de la mujer como el sexo débil, “a la mujer ni con el pétalo de una rosa”, dice la vieja conseja. Ahora, cuando la mujer no es débil y al contrario, al hombre que está en frente o a la mujer que está en frente no le da con el pétalo de una rosa, sino con una mandarria, entonces ya no es el sexo débil.

Estoy hablando de Violette Morris. Violette Morris en una francesa nacida en 1893, y su vida, según leo en una crónica madrileña, parece escrita en algún estudio de Hollywood, pero ocurrió de verdad.

6_2015031794NaMiEsta joven Violette Morris, se dedicó desde muy pequeña a esas aficiones propias, como dicen, de los varones. Por ejemplo, le interesaba la lucha greco-romana, le interesaba la hípica, el waterpolo, el tiro con arco y el boxeo. Porque cuando no había boxeadoras ella se fajó a boxear, y boxeaba contra hombres y a ellos también los noqueaba. Luego le entró una pasión increíble por el automovilismo. En aquel entonces los automóviles eran muy estrechos, el volante muy pegado a un asiento que no se movía. Y aquí fue donde ella decidió practicarse una mastectomía. Así es, ella6_20150316UusXWH decidió, contrario a lo que es la moda actual, eliminar buena parte de la frondosidad, de la voluptuosidad de sus pechos. Esta mastectomía le trajo una ruptura sentimental con un hombre, uno de los muchos que tuvo. Violette aparte de haberse dedicado al boxeo, también se había dedicado al automovilismo, corría automóviles, y hasta monto un taller mecánico en París. Pero luego de la ruptura sentimental, luego del crack del año 1929, vino toda una debacle moral para Violette, y entonces terminó en la ruina. Era deportista, se me ha pasado por alto decir que era muy buena lanzando el disco.

Los alemanes que estaban prontos a montar la olimpiada del año 1936 en Berlín, decidieron invitarla de honor, como alguna rareza en la olimpiada, y cuando Violette llegó a Berlin y conoció lo que estaba naciendo como el Tercer Reich quedó fascinada con esto. Y pronto terminó en una nazi más. Ya para esta época su aspecto físico había cambiado bastante y se había acentuado el perfil de su bisexualidad. Bisexualidad que tuvo, al parecer, de toda la vida.

Cuando estalla la guerra, Violette regresa a París, y siendo una nazi convencida llega a integrar, nada menos, que la Gestapo en Francia contra la resistencia. Y es aquí donde surge realmente su leyenda, ella pasó a ser la gran torturadora, la que tenía todas las maneras posibles para hacer cantar a tofo el mundo. Y sus torturas fueron de tal manera brutales que se le llegó a conocer como: “La hiena de la Gestapo”. Allí es donde cuenta la historia, como esta mujer pasó a ser realmente un terror.

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El 26 de abril de 1944 la Resistencia Francesa dice que ya esta bueno de Violette Morris y deciden tenderle un atentado. Leo en la crónica que se publica en España:

Ella iba a la localidad de Beuzeville. Sin embargo, algo falla. Su Citroën 15 CV pasa tan rápido que la Resistencia no puede acertar con sus disparos.

El plan B será tan simple como eficaz: esperar a su regreso de Beuzeville. Tras una tensa guardia de horas, cerca de las 7 de la tarde aparece el coche de la espía nazi.

La hiena de la Gestapo es ametrallada, como si de un cruce entre Malditos bastardos y la muerte de Sonny Corleone en El Padrino se tratase.(Podríamos agregarle también el final de Bonnie and Clay)

París fue liberado de los nazis 4 meses más tarde. El cuerpo de Violette, enterrado en una fosa común, nunca fue reclamado por nadie.

Su leyenda, llena de crueldad recibida y desplegada, pesa demasiado.

Y quedan las fotos, queda la historia. Fotos de una mujer que en un momento tiene una sonrisa muy forzada, y uno pechos inmensos.

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En otra la vemos agarrando el disco como si del discóbolo famoso se tratase.

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En otra ya vestida de hombre con un cigarrillo de medio lado, maneja un automóvil.

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En otra prácticamente convertida en hombre seduce a una mujer.

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Fue Violette Morris. Casos extraños, pero reales.

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