Por: Xariell Sarabia
El son que cultivó Chocolate Armenteros vino de oriente, como los Tres Reyes Magos, que llegaron un 6 de enero, justo el día, 2016 años después, cuando la gran trompeta cubana dejó de sonar.
Si algo me gusta de música caribeña, del son, de la salsa, son los solos. Chocolate Armenteros los hizo largos, cadenciosos, elásticos, los tocó con un buche de cacao sabroso entre sus labios. Chocolate protagonizó una historia insólita como pocos en Cuba y en el Caribe. Pero esa melcocha trompetÍstica tuvo un lado opuesto, un lado feroz, violento cuando desató con furia, sordina a un lado, esos momentos salvajes de la salsa. Adelantado como siempre Chocolate jugó con Eddie Palmieri, quien mantuvo al principio únicamente trombones blindados, al hacer alto a la dictadura del instrumento de vara, el pianista utilizó hasta el cansancio a Chocolate, incluso le dedicó un tema, “Chocolate Ice Cream”.
Chocolate había nacido en Santa Clara en el año 1928, ya con el son consolidado, se alineó a muchas agrupaciones soneras, entre otras en las filas del Septeto Habanero una de las instituciones primordiales junto con Septeto Nacional de Ignacio Piñero, no cualquiera era el trompeta de semejante grupo. El segundo inning de Armenteros sería en La Habana con Arsenio Rodríguez, transformador esencial de la música tradicional cubana, un revolucionario pues, sin barba y niche. Chocolate compartió ( y sustituyó) con el otro trompetista de Cuba, Feliz Chappottín, y cuando digo el otro, estoy hablando de los más grandes dentro de un montón de músicos que destacaron en la historia del instrumento, no menciono el jazz en estos asuntos, aunque Choco le metió muy bien la mano al género de Louis Armstrong. Ambos patentaron sonidos reconocibles, Chappottin juguetón y sabrosón, y Chocolate más pastoso, más solemne. Pero el primero se dedicó siempre a su conjunto, el otro se prestó a caminar la historia de la música.
Otro episodio “guapo y apoyado” es cuando el trompetista dirige con su primo, el genial Benny Moré, la Orquesta Gigante. “La tribu” como se le llamaría a esta colosal orquesta, en la que el muchacho de la película de este escrito fue arreglista, no solo sería el soporte del fenómeno Moré, sino que conceptualmente haría trascender esta música “para el alma divertir”. Pero ese mismo año de 1953 tendría su primera incursión nada más y nada menos que con ¡la Sonora Matancera! más sonoro no puede ser una agrupación el Caribe.
Ya, el aún muchacho Chocolate comparte escena con otro trompetista que hizo gozar a más de uno El Negro Vivar, cocinaron juntos en las legendarias descargas de Don Israel Cachao López.
Dicen que el son se fue de Cuba, Chocolate lo hizo con el avión llamado J.A. Fajardo. Ya en Nueva York, tocó con Machito, Puente, para luego, unos añitos más tarde hacer suya a la salsa y suyos son los solos que hemos bailado. Queridos, suenen “Justicia” con sonido desesperado en la orquesta de Eddie Palmieri, escuchen mucho de Palmieri, de los dos, Charlie y Eddie, allí y en un montón de discos y temas de la salsa encontraran parte del legado de Chocolate; de sus discos anoto dos: “En El Rincón” y “Chocolate caliente”. Ah¡ oigan todo el Grupo Folklórico Experimental Neoyorquino, casi casi inventado para él. Chocolate Armenteros hablaba con su trompeta, en uno de los temas del Folklórico, el cantante Willie García soneaba: “Chocolate a mi me contó……….”.