Por: Jacobo Borges
En cuarentena.
Encerrados en un apartamento por azar. Sin materiales de pintura ni de dibujo, ni computadora. Solo un IPad que uso como cámara, una mesa negra, y una tijera con la que estaba cortando papeles que iba a botar. Cuando los papeles caían sobre la mesa me di cuenta de que se creaban relaciones inestables, instantes de vida. Después de horas cortando y botando, se me acabaron los papeles, así que tomé reproducciones de mi propio trabajo y los corté cada vez más pequeños y vi cómo caían, me detuve a observar lo que pasaba. Yo no podía controlar dónde ni por cuál lado caían sobre la mesa, ni cómo se organizaban al caer. Empecé a dialogar con ese lenguaje y a hacer de la tijera mi cómplice. Luego decidí usar los dedos, como un falso pianista, deslizando los fragmentos sobre la mesa negra, o la palma de la mano, moviéndolos como el viento, y los fotografié con el iPad. Después los volví a mover, se modificaba el resultado y lo fotografiaba de nuevo .
He hecho como 300 piezas, pero solo queda el testimonio de la foto. Vuelvo a ser libre a pesar de la cuarentena. Es un proceso de destrucción y construcción. Lo que existía desapareció y lo que apareció tampoco existe. Solo queda el testimonio de un iPad que mira con alta resolución (JPEG/H264 esto lo dice mi viejo IPad) y ustedes que, ahora, son mis-cómplices-memoria.
Jacobo Borges
Mayo 8, 2020