Benjamín Scharifker: “ En Venezuela hoy todos somos víctimas”

Publicada en vozpopuli.com

Por: Karina Sainz Burgo

 

Químico. Hombre de luces y acciones. El actual rector de la Universidad Metropolitana e investigador y ex rector de la Universidad Simón Bolívar, habla sobre el totalitarismo en Venezuela.

Benjamín Scharifker, rector de la Universidad Metropolitana e investigador de la Universidad Simón Bolívar, es el segundo científico venezolano más citado en Google Académico. Químico y al mismo tiempo hombre de gestos públicos y voluntad ciudadana, Benjamin Scharifker es un referente de la producción de conocimiento en Venezuela, un país en el que pensar es, en sí mismo, un acto de resistencia. No es de extrañar que en las primeras líneas de su curriculum, el Phd en Físicoquímica por la Universidad de Southampton coloque sus años de instituto en el Liceo Moral y Luces de Caracas; dos virtudes que él reúne y que lo convierten en uno de los portavoces más autorizados para hablar de la oscura noche que atraviesa Venezuela.

Al momento en que esta entrevista ocurre -son las siete de la tarde en España, la una de la tarde en Caracas-, en Venezuela han muerto ya 54 personas -la cifra aumentará en los días que demora esta conversación en publicarse-. Medio centenar de hombres y mujeres, en su mayoría jóvenes, asesinados durante las protestas contra el gobierno de Nicolás Maduro, presidente de Venezuela y sucesor de Hugo Chávez, quien además de resistirse a convocar elecciones, reprime con dureza y saña a sus conciudadanos. En Venezuela permanecen congeladas, de momento, tres elecciones: la de los gobernadores; la de los alcaldes y cargos municipales y finalmente la del Referéndum Revocatorio que contempla la Constitución venezolana para relevar de sus funciones al representante del Ejecutivo cuando este no atiende a la responsabilidades de su cargo.

 

Uno de los ciudadanos asesinados era estudiante de la universidad de la que Benjamin Scharifker es rector y que en menos de un año ha perdido el 10% de su plantilla docente. La mayoría ha emigrado como consecuencia de la violencia, la inseguridad ciudadana y la total carestía que azota a los venezolanos. En mayo de 2017, Scharifker publicó en la prestigiosa Nature una carta en la que explicaba, con detalles, de qué forma  la actividad científica y académica se ha desmoronado en Venezuela en estos años. Percibido por muchos como una figura que hay que tener presente no sólo en la reconstrucción sino en la solución de este terrible trance, Scharifker explica en esta conversación, adónde van los países cuando se dan la espalda a sí mismos. No se queda ahí el académico. Da un paso más. Habla de cómo el conocimiento alumbra a las sociedades, en sus horas más amargas.

Venezuela. Un país que lleva 18 años gobernado por un mismo régimen. Un país en el que el petróleo se desplomó; la inflación y la escasez castigan y la represión se desborda. ¿Qué relato tiene? ¿Qué pasó? ¿Cómo llegó hasta ahí?

Estamos ante un régimen que ha tenido continuidad durante prácticamente 20 años. Primero con el gobierno del fallecido Hugo Chávez y luego con el de su sucesor, Nicolás Maduro, que fue electo popularmente, aunque Hugo Chávez lo designó como tal antes de morir. Ahí se desencadena lo que vemos hoy. No creo que la caída del barril de petróleo haya hecho diferencia frente a la dimensión de la crisis que tenemos. El precio del petróleo se desplomó, pero también la capacidad de producirlo. En Venezuela se ha desplomado la capacidad de producir cualquier cosa: se han expropiado las fincas, el ganado; se ha deteriorado la industria manufacturera. Como no se produce nada hay que importarlo todo, pero el acceso a las divisas lo controla fuertemente el Estado, generando varios tipos de cambio que operan en paralelo lo cual es una magnífica oportunidad para la corrupción. La escasez se ha vuelto un gran negocio para el gobierno, importando los alimentos a dólar oficial, vendiéndolos a tasa paralela y manejando comisiones. Todo ello empoderando a los militares quienes controlan también la distribución de los alimentos y conduciendo a una inflación astronómica que supera el 500% anual. Atravesamos entonces una descomposición económica y social producto de una primera descomposición política y moral, que es todavía peor. Se han destruido las instituciones del Estado con las que opera la democracia. Estamos en un torbellino donde las causas producen efectos y los efectos se convierten en nuevas causas.

“En Venezuela se ha desplomado la capacidad de producir cualquier cosa: se han expropiado las fincas, el ganado; se ha deteriorado la industria manufacturera”

Sobre la Constituyente propuesta por Maduro: ¿por qué desconocer la constitución que el propio Hugo Chávez impulsó? ¿Cómo se entiende eso?

La convocatoria que hace Nicolás Maduro está fuera de la ley. Lo hace saltándose todos los mecanismos previstos en la constitución venezolana. Sólo el electorado, a través un referéndum, puede convocarla. Él podría proponerla para su votación, pero no: llama directamente a la constituyente sin tener esas atribuciones. Más allá del análisis jurídico, tenemos que plantearnos qué significa eso. Al convocar una Asamblea Constituyente Nicolás Maduro acepta que existe una crisis, una que negó y que tiene que resolver. Lo que ocurre es que no está dispuesto a resolverla por la vía constitucional.

¿Qué más niega, qué más no acepta el gobierno de Nicolás Maduro?

Se ha negado a abrir el canal humanitario para que puedan llegar medicinas. Aquí no se consigue algo tan sencillo como un diurético, un antibiótico o insulina. Tampoco hay pan. Hay tiendas que se llaman panaderías, pero que no pueden vender pan, porque no hay. A pesar de que en Venezuela se consume harina de maíz, que podría ser el sustituto, tampoco se consigue. Nuestro país no produce trigo. En un tiempo, al ser capaces capaz de producir otras cosas y exportarlas, generábamos dinero para comprar aquello que no podíamos producir. Ahora no es posible. El gobierno tampoco acepta que hay más de 60% de la población está en contra de su gobierno. Niega la validez del parlamento electo por 2/3 de los venezolanos. Niega que reprime masivamente a la población y que las muertes en las manifestaciones sean producto de la Guardia Nacional. No acepta que la afluencia a sus concentraciones son empleados públicos que no quieren perder sus puestos de trabajo o sus bolsas de comida. Niega las declaraciones de beisbolistas y actores conocidos internacionalmente aduciendo que son pagadas por la oposición. Niega hasta un movimiento pequeño como La Cruz Verde, estudiantes de medicina que brindan asistencia a la resistencia en las marchas. Niega que haya presos políticos.

“Aquí no se consigue algo tan sencillo como un diurético, un antibiótico o insulina. Tampoco hay pan. Hay tiendas que se llaman panaderías, pero que no pueden vender pan, porque no hay”

En el último año, el gobierno de Nicolás Maduro obstruyó las elecciones ¿Cuántas veces exactamente?

Varias. El año pasado tenían que celebrarse las elecciones de gobernadores – explica Scharifker aludiendo a la ordenación territorial venezolana, comparable con las comunidades autónomas en España-. La constitución venezolana es muy clara: los gobernadores tienen un determinado periodo para ejercer sus funciones y una vez cumplido, hay que elegir a quienes los remplacen. Eso no ocurrió. El año pasado los ciudadanos recogieron firmas para convocar un referéndum revocatorio del mandato del presidente, también previsto en la constitución, y no se convocó. A estas alturas del 2017 deberían de haberse convocado las elecciones de los alcaldes y concejales de los municipios. Tampoco se han convocado. En lugar de resolver esta crisis por los mecanismos democráticos, el gobierno llama a una constituyente que es inconstitucional y fraudulenta.

 

¿Cómo puede pensarse un país cuando los ciudadanos mueren a manos del hampa y el ejército, o emigran?

La violación de los derechos humanos en Venezuela es masiva. Los números lo indican: más de 26.000 muertes violentas en 2016 y casi 60 muertos tras casi dos meses de protestas. Eso supone una tasa de una persona muerta al día solo en manifestaciones. Ya uno es demasiado, pero estamos hablando de medio centenar. Nuestra propia comunidad, la Universidad Metropolitana, ha sufrido una de esas tragedias. Uno de nuestros estudiantes fue impactado por una bomba lacrimógena en una manifestación pacífica. Un efectivo de las fuerzas de seguridad del Estado le disparó a corta distancia y perdió la vida. A eso se suman los centenares de heridos y personas que son sometidas a la justicia militar . Son civiles que se manifiestan pacíficamente y que llevan a un juicio militar.

¿Cuál es exactamente el delito?

Traición a la patria. Es decir: una persona que está protestando por algo con lo que no está de acuerdo es acusada de rebelión y traición. Eso demuestra la confusión que existe entre gobierno, Estado y nación. Cualquier persona que protesta contra el gobierno, comete traición a la patria. Eso es la confirmación de un régimen totalitario. En Venezuela nos enfrentamos no sólo a una dictadura como las que han ocurrido en América Latina a lo largo del siglo XX, nos enfrentamos al intento de un régimen de dos décadas de gobierno de implantar un sistema totalitario.

“Una persona que está protestando por algo con lo que no está de acuerdo es acusada de rebelión y traición a la patria”

20 años es una generación. Los nacidos en 1998 no conocen el hecho de que un Congreso pida cuentas a un presidente. ¿Cómo atrofia eso a una sociedad?

Cuando el Estado no está el servicio de las personas, sino que pretende lo contrario, las personas pierden el sentido. Su futuro no depende de ellas, porque están subordinadas a los deseos de otro. En este caso, el otro es ese Estado que lo decide todo: qué hace cada persona, qué come cada persona, cuándo duerme o dónde vive cada persona. En este momento, a los ciudadanos de cierta prominencia que desean salir del país les anulan el pasaporte, por cualquier razón: porque fue reportado perdido o tiene un problema. En un sociedad donde no se respetan los derechos humanos no existe el incentivo por hacer nada. Se convierte en una sociedad que no piensa, que no trabaja, que no tiene ningún aliciente para hacer nada, en una sociedad de zombies. Difícilmente podrán usar su imaginación, porque no tiene ningún efecto sobre la realidad. Porque quien determina el futuro del resto no son los deseos ni las ambiciones o aspiraciones de cada uno, sino el Estado, que obliga a los demás a supeditarse. En este caso, el Estado es una élite que se enriquece. Eso es el régimen en Venezuela: un pequeño número de personas que capitaliza para sí todos los recursos públicos y privados, hasta el tiempo de trabajo de sus ciudadanos. Eso sin hablar del narcotráfico y otros ilícitos: el secuestro y negocios que florecen a la sombra de un régimen que solo actúa en beneficio de esos pocos.

“En un sociedad donde no se respetan los derechos humanos no existe el incentivo por hacer nada. Se convierte en una sociedad que no piensa, que no trabaja, en una sociedad de zombies”

En Venezuela hay profesores e investigadores que intentan (sin recursos) producir conocimiento. ¿Cómo se mantienen en pie las universidades?

Es muy difícil mantener las universidades en Venezuela. Por el escaso valor monetario del Bolívar resulta imposible asumir el coste de infraestructura y equipos y las bibliotecas acumulan décadas de atraso en sus colecciones. En una década la producción de conocimientos se ha reducido casi a la mitad. Las universidades intentan subsistir, incluso después de perder su capital más importante: el conocimiento y las capacidades representadas en las personas que forman parte de ellas. La Universidad Simón Bolívar ha perdido la mitad de su cuerpo profesoral, porque han emigrado. En la Universidad Metropolitana, entre el final del año académico pasado y el comienzo de éste, perdimos 10% de nuestra plantilla de docentes y los estudiantes cuando se gradúan emigran masivamente. Se fueron del país huyendo de la inseguridad, la inflación, la escasez de productos o, simplemente, buscando libertad. Eso no resta importancia a las universidades, al contrario. Aún con las dificultades que sufrimos, las universidades somos las únicas que podemos aportar luz en esta sociedad oscura en que se ha convertido Venezuela. Las universidades están para iluminar, para esclarecer y descubrir las claves de la realidad y contribuir a la resolución de estos problemas.

“Las universidades están para iluminar, para esclarecer y descubrir las claves de la realidad y contribuir a la resolución de estos problemas”

Usted envió una carta a Nature para informar sobre la situación de Venezuela y de los científicos venezolanos . ¿Cuánto le ha costado esta situación a la Venezuela que produce conocimiento?

Ha sido inmenso. Preparar y formar personas de alto nivel es costoso. En Venezuela, desde mediados del siglo XX hasta casi comienzos del XXI, hubo un crecimiento importante en el sector académico. Se generaron universidades, centros académicos, programas y leyes de investigación. Eso implica una inversión enorme en capital humano e institucional: laboratorios, equipos. Se trata de espacios que sostuvieron un crecimiento continuo de la investigación. Llegamos a ocupar con Chile el cuarto lugar de la producción de conocimiento. Hoy producimos menos que Cuba, que es un país más pequeño. Mientras el resto de países de Latinoamérica crecen en la investigación científica, desde el año 2008 hasta el 2013, Venezuela cayó la mitad. Por dos razones: aquellos que se marcharon y porque los que se quedan no pueden comprar reactivos, ni reparar sus equipos o incluso tener acceso a la suscripción de revistas arbitradas internacionales, porque el gobierno ha cortado el acceso a las divisas. El conocimiento es universal y nosotros no tenemos acceso a esa fuente de información. Las condiciones para generar conocimiento en Venezuela son precarias. Pero eso no minimiza la importancia de las universidades. Cuanto más oscuridad exista, más necesidad existe de la luz que podamos generar.

“Mientras el resto de países de Latinoamérica crecen en la investigación científica, desde el año 2008 hasta el 2013, Venezuela cayó la mitad”

¿Cómo?¿Qué papel tienen la universidades para abrir espacios donde los políticos no han podido?

Solas no pueden. Ningún sector aislado puede. Las universidades pueden hacer un gran esfuerzo para entender la realidad pero lo que se requiere es la unión de todos los factores. Venezuela ha vivido 20 años de polarización. El lenguaje revolucionario que se ha generado en Venezuela ha creado un ustedes y nosotros: nosotros somos los buenos, ustedes son los malos. Eso es necesariamente excluyente. Los que están de un lado son enemigos y los del otro amigos. Tenemos que superar esa lógica y pasar a una unidad nacional que trascienda los intereses sectarios. Así podremos reconocer la crisis profunda en la que estamos, para superarla. Las universidades son un factor importante pero no hay una tarea única que podamos realizar sin el concurso de otros sectores. Podemos asistir a la unión nacional, que, insisto, es la única forma de superar los dilemas que vivimos.

El lenguaje revolucionario ha creado muchas fronteras: los que se quedan y los que se van; los que tienen acceso a dólares y los que no; los que pueden conseguir medicinas y los que no. Las divisiones son transversales

Hay que agregar otra división muy lamentable: eres civil o militar. Sin embargo creo que, justamente por la magnitud de la crisis que vivimos, hay un mayor sentido de la solidaridad. Es imposible que una persona pueda resolver los problemas de la vida diaria sin asistencia de los demás. Si aquí no se consigue papel higiénico, una persona que no tenga llama sus familiares para que lo ayuden a salir del paso y, haciendo un sacrificio, lo comparten. En Venezuela se han fortalecido esas solidaridades, incluso por encima de las divisiones geográficas y de clase tradicionales. Esa conciencia de nación se ha conformado a raíz de esto. Antes de los 20 años de un mismo gobierno, pasaron otras cosas. El teniente coronel Hugo Chávez fue electo en el año 1998 por una razón: porque estaba descompuesto el tejido social y los venezolanos no nos percibíamos como nación, como un conjunto de personas que compartían un territorio, un proyecto colectivo o unos valores. Hoy sí. Esta crisis que hemos vivido contribuye a que nos percibamos de otra forma, porque es un drama que sufrimos por igual. El secuestro, el asesinato, el saqueo no tiene clase social. En Venezuela hoy todos somos víctimas.

“El secuestro, el asesinato, el saqueo no tiene clase social. En Venezuela hoy todos somos víctimas”

¿Qué se puede esperar de los días que vienen en Venezuela?

No tengo elementos para poder fijar un límite de tiempo. Esto puede resolverse en días o en meses … Lo que sí puedo es apuntar algunos escenarios. La voluntad de las personas, que se manifiesta en casi dos meses de protestas continuas, no disminuye. Es cada vez mayor. Pero la represión que recibe por parte del gobierno también es cada vez mayor. Y si reprimen no es para disuadir, es para hacer daño. Pero cuanto más se reprime a la población, la respuesta es mayor, porque las personas se sienten todavía más vulneradas en sus derechos humanos y sus aspiraciones de liberarse. Eso va llevar a una confrontación que podría darse con una violencia todavía más exacerbada o, en otro escenario, que quienes están encargados de ejercer esa represión en la calle y en los tribunales militares resientan el resquebrajamiento de un poder que ya no es real. Tendrá que surgir una salida institucional por las vías previstas en la constitución. Ese es el escenario que veo. La realidad no les deja más remedio que acudir a la constitución, en lugar del atajo de la violencia o el atajo de una Asamblea Constituyente que falta a las leyes en favor de un sector y en desmedro del otro. El problema es que el sector que se intenta perjudicar representa al 90% del país.

“La voluntad de las personas, que se manifiesta en casi dos meses de protestas continuas, no disminuye. Es cada vez mayor. Pero la represión que recibe por parte del gobierno también es cada vez mayor”

En este proceso no hay fuerzas intermedias. Por un lado está el muro del gobierno y del otro una masa ciudadana que sale a la calle. El político como actor intermedio ha desparecido de esa ecuación.

Ese es uno de los graves hechos que vivimos, por la destrucción de las instituciones. Aquí no existe interlocución válida entre la oposición y los jerarcas del gobierno. Es imposible llegar a ningún tipo de acuerdo, porque no existen las instituciones intermedias que existen en las sociedades: partidos políticos, un parlamento, un tribunal de justicia independiente. Y ese es el origen del drama, el mismo con el que comenzó esta conversación. Pero la masa ciudadana está liderada hoy por una nueva generación de políticos. Ellos son fundamentales, están en la calle junto con las masas.

Usted es químico. Dígame, ¿cuál es la reacción química que explicaría lo que ocurre en Venezuela?

¿Cómo resumir esto en una reacción química…? –Scharifker aguarda un instante, recapitula-. El origen de la vida surgió de átomos y moléculas desorganizadas que formaban compuestos y que lograron generar estructuras sostenibles, capaces de reproducirse. Una auto-organización. En este momento, en Venezuela tenemos el caos primario. Perdone porque voy a entrar en la termodinámica, pero en un sistema abierto los intercambios de materia y energía con el exterior, permiten convertir el caos en estructuras estables. Los seres vivos consumimos alimentos y oxígeno del entorno y a través de los procesos metabólicos conseguimos mantener nuestras estructuras y permanecer vivos. ¿Cómo se explica que los cuerpos vivos sobrevivan? ¿Acaso porque se oponen al desorden, que es la tendencia natural? Pues bien, Venezuela se ha convertido en una sociedad cerrada y los sistemas cerrados están sometidos al desorden, llevamos años sometidos a él. Un sistema aislado siempre tenderá al desorden. Sin embargo, recuperando nuestra condición de sociedad abierta lograremos formar las estructuras que le nos permitirán estabilizarnos. Lo que explico no es una reacción pero sí un proceso químico complejo: la organización a partir de intercambios con el entorno. En Venezuela hay mucha gente que a pesar de vivir en un lugar que se aísla bajo la opresión del Estado y retrocede, quiere que la sociedad sea libre y abierta para ir en la dirección contraria.

“Debemos abandonar los discursos revolucionarios que dividen a la población y necesitamos de la unión de todos los sectores de la sociedad en la búsqueda del bienestar común”

Usted es percibido como un actor fundamental en la academia, alguien con visión de conjunto e influjo en la sociedad venezolana. ¿Tendría usted intención de dar un paso al frente para liderar una reconstrucción o una transición?

Para resolver los gravísimos problemas que nos afectan necesitamos de un urgente cambio de las personas y de las formas de ejercer el liderazgo político. Debemos abandonar los discursos revolucionarios que dividen a la población y necesitamos de la unión de todos los sectores de la sociedad en la búsqueda del bienestar común. La unión nacional es la única forma de superar los dilemas que enfrentamos. Necesitamos consolidar nuestras instituciones, que éstas se erijan por encima de las personas que pretendiendo ejercer liderazgo se apropian de ellas y las ponen al servicio de intereses sectarios. Nuestra función como académicos es contribuir a esclarecer los problemas que nos aquejan y formar parte del equipo de personas que sobre la base de conocimientos y la construcción de capacidades deberán operar los cambios profundos que urgentemente requiere nuestro país. Y deberemos hacerlo en equipo, incluyendo a las nuevas generaciones y formando los nuevos actores que liderarán los cambios.

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