Métodos de lluvia – Leonardo Padrón

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      Metodos de Lluvia - Leonardo Padron

Mi querido compadre, el poeta Leonardo Padrón, ha vuelto a publicar un poemario luego de unos cuantos años.  Puedo decir, evidentemente es un juicio subjetivo, que quizás este sea el mejor poemario de Leonardo.

Leonardo, su poesía, como bien escribe en la contratapa Alberto Barrera Tyszka dice, Métodos de la Lluvia – que así se llama el poemario en cuestión – “Padrón va más allá de su propia poesía, experta en mujeres y en ciudades, para adentrarse en preguntas definitivas sobre el tiempo y la muerte, sobre la esencia de la escritura. De manera sorprendente, los versos de este libro establecen un diálogo entre la sensualidad y la experiencia del vacío. Con gran maestría, y sin abandonar su propia tradición personal, Padrón propone ahora otro desafío, una versión mas honda del desarraigo, un sentido diferente de la belleza”. Eso escribe Alberto Barrera de Métodos de la Lluvia.

Y les decía que para mi quizá este sea el más interesante de los poemarios o el mas completo y maduro de los poemarios,  de Leonardo, porque aquí ya  la reflexión va a un universo mas allá, ya la mujer no es el centro de la angustia, o del tormento o de la felicidad que también puede ser, ya la ciudad por la que esa mujer camina no es solo el centro de las cosas.

El tiempo pasa, cuando hablamos de madurez, pues,  el tiempo supone un peso muy importante en esa madurez, así que Leonardo empieza a preocuparse, digamos, por su edad y el paso del tiempo. Escuchen este poema, el titulo 50:

El galpón de los cincuenta años.

El alambre de ser la mitad de un siglo.

El porvenir es un caballo que deja de trotar.

Un dato que se tambalea.

Busco el sol de los sótanos.

Los huesos en el burladero.

El alma es una tela áspera y contradictoria.

Titubeo.

Hay señales angostas.

Es la gramática de las incertidumbres.

Digo 50 en el acero y en el precipicio.

El tiempo, no solo en la edad que a él le ha tocado, ya es un hombre, como decían los antiguos, en la medianía de la edad; este poema se llama así exactamente, “El Tiempo”:

El tiempo es un animal cansado.

Un viejo truco de dios,

Para creerse inmortal.

El tiempo es una cena que termina.

Un señor que no te quita la mirada,

A veces, cabecea,

Mientras triunfan barcos en el horizonte.

El tiempo es esa mano que no te suelta.

Ahora, no sólo hay poemas por ejemplo sobre él y su edad, también hay poemas en un terreno de la ternura donde Leonardo poco había entrado, “Juguete”, un poema dedicado a sus hijos, a Constanza y Santiago:

Los niños tienen pingüinos en la risa,

Se columpian en el viento,

Estrenan los ojos cada día,

Mientras deambulan,

Por las silabas más blandas del idioma,

Y hacen dibujos,

Para entender el acaecimiento de los pájaros,

Algunos sonríen como una fruta dulce,

O se agitan en el rumor de los dinosaurios,

Son los únicos en saber que la lluvia,

Es un rompecabezas,

Que cae sobre el domingo,

Mientras duermen,

El mundo es una plastilina solitaria.

Claro, no deja de escribir el verso de amor, este por ejemplo con algo de humor y fina ironía, “Reporte del Tiempo”:

Según los informes,

Hay nubosidad variable en tu mirada,

Con probabilidad de lluvia y chaparrones esporádicos,

A la hora del sexo y las metáforas.

Vientos fríos del sureste se aproximan a tus palabras,

Se esperan ciertas lloviznas,

Especialmente en las zonas suburbanas,

De la dicha,

Debido al calentamiento diurno,

Hay indicios de dolor en la región central,

Con ráfagas parecidas a dios,

Y turbulencia en la melancolía,

No se descartan tormentas eléctricas,

En el sitio exacto de las dudas,

Quizás sean nubes o simplemente,

La multitud de tu adiós,

Ese huracán que me persigue sin descanso.

Hay otros que no dejan de llamarme mucho la atención, por ejemplo este verso, para mí, es un verso, inclusive, que se pudiese llamar como un verso político, dice así, “Misterio”:

Cinco mil turpiales de ala roja,

Mueren al unísono, bajo el cielo de Arkansas,

Cien mil peses tambor, tapizan con su muerte,

Treinta kilómetros, cerca de la ciudad de Ozark,

En Luisiana cuentan, quinientos mirlos y estorninos,

Trágicamente muertos,

Al estrellarse contra una carretera mojada,

Donde se reflejaba, la luz cansada de la luna,

A veces,

Tordos y otras especies,

Se precipitan contra ventanas, donde ven repetida,

La vegetación que anhelan,

En un rincón de Florida,

Novecientos buitres, se ahogan en el mar,

A una misma señal,

La muerte,

Convertida en tumulto y misterio,

Ciertos países cometen el mismo error,

El día de las elecciones.

 Y no deja de escribirle a la ciudad, a su ciudad, no deja de escribirle a Caracas, “Hora Pico”:

Toda ciudad tiene su horario estelar,

Es Caracas, 6pm:

Hay una larga espina en todas las miradas,

En el asfalto,

Carros y buhoneros luchan por el reino,

Bajo el metro,

La multitud es un olor encrespado,

Una mujer manda un mensaje de amor,

Desde un teléfono, que pronto será robado,

Un ejecutivo de la prisa envejece en los semáforos,

La lluvia agrega su tela,

Cada esquina es un reloj urgido,

Un peatón que no va a llegar a tiempo,

El cielo traga grueso,

Caracas entera habla a la vez,

Detrás de un largo ventanal,

Ajenos a la infamia,

Tres parejas aprenden a bailar tango, en cámara lenta,

Conspiran.

Algunos poemas de un poemario brillante, extraordinario, muy personal y muy de todos, “Métodos de la Lluvia” de Leonardo Padrón, editado por Bid & Co Editor.

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