Del 13 de marzo al 19 de abril, el maestro Oswaldo Vigas entra por primera vez como gran artista en la ciudad de Nueva York, en la isla de Manhattan.
El periodista Andrés Correa Guatarasma escribió en el diario El Universal:
Oswaldo Vigas cumplirá 88 años en agosto y cual quinceañera está a punto de debutar en sociedad. En la más exigente de todas en Manhattan. Para reforzar la ironía, es un paisano carabobeño, Álvaro Pérez Miranda, el encargado de mostrar su trabajo por primera vez en la gran metrópolis del globo.
¿Qué va a llevar el maestro Vigas para Manhattan? Leo aquí: Es una muestra de 15 pinturas de los años 60 y 70, todas realizadas en Venezuela. “Muy difícilmente Vigas se separa de las obras pintadas en esos años, conservadas celosamente. Nos enorgullece tenerlas” dice el curador Pérez Miranda.
Ésta es una muestra “contemporánea y a la vez histórica porque, con un lenguaje muy actual, expresa las tendencias que le unen a nuestro pasado, a la vez africano y precolombino. Pocos artistas de nuestro continente han logrado esta fusión. Tamayo, Lam, Matta, Guayasamín, entre algunos otros, son ejemplo de ello”.
Hay algo que si me llamó la atención en la nota de Correa Guatarasma y es que dice: el maestro se graduó de Médico Cirujano en la Universidad de los Andes y la Universidad Central de Venezuela aunque nunca ejerció. Y debo aquí hacer una corrección, porque el maestro Vigas sí ejerció como médico, se especializó en Pediatría. Y en una oportunidad lo tuve en el programa de radio, haciéndole un “Soundtrack, las canciones que marcaron su vida”. Y hubo un momento conmovedor que a todos nos quebró por completo, cuando yo le pregunto:
¿Maestro y usted ejerció la medicina? Me dice: sí, claro, como pediatra trabajé en el Hospital J.M de los Ríos. ¿Y por qué dejó la medicina? Él pintó desde siempre, desde muy joven, le llamaba mucho la atención la pintura, pero dejó de ejercer la Pediatría allí en el Hospital porque le dolía demasiado cómo se le morían los niños, porque no podían darles la atención debida, porque llegaban demasiado desnutridos, porque el Hospital de repente no estaba a la altura de las circunstancias. Y cuando el maestro Vigas empezó hablar de esto, empezó a llorar, empezó a llorar con un llanto muy quieto, muy en silencio y a todos nos conmovió, porque, en efecto, estábamos hablando de un hombre profundamente honesto, honesto consigo mismo, honesto con su profesión de médico, que decidió renunciar, porque el médico está para curar -decía él- y yo no podía curar. Se dedicó entonces como nadie a la pintura, estudió en París, estudió Historia del Arte en la Soborna, trabajó en la Embajada de Venezuela y su gran arranque se dio cuando el maestro Carlos Raúl Villanueva le pidió varios murales para la Ciudad Universitaria en aquel año 1957.
Cuando estaba en el taller del maestro Vigas, ocurrió una última anécdota que me llamó la atención. Él me regala un grabado y me lo firma y dice: “Exige que siempre te lo firmen”. Y yo le digo, sí claro, pero ¿por qué? Entonces me muestra una foto donde él esta abrazado de Picasso. Y me dice: “El maestro me regaló un cuadro y me lo iba a firmar, y le dije: no, no maestro, no hace falta, déjelo así, yo vengo en otro momento”. Y se quedó solo con la foto.
Valga todo esto para celebrar al maestro Vigas, quien debuta a sus 88 en Manhattan, exponiendo en la Galería Dillon, que esta cumpliendo 20 años allá en la ciudad de Nueva York.