Algo tiene el 5 de junio con la poesía. Día de nacimientos y día de muertes. En 1898, nació en Granada, el 5 de junio, nada menos que, Federico García Lorca, quizá el poeta más influyente y popular de la literatura española del siglo XX. El 5 de junio, Google le rindió un homenaje con su doodle: A lomos de un caballo un hombre y una mujer cruzan un bosque que conduce al internauta a la búsqueda del nombre de este autor de obras como: El Romancero Gitano o Poeta en Nueva York, emblema de la generación del año 27. Se cumplen 115 años del nacimiento de este gran poeta.
5 de junio, apenas cinco años atrás, estamos hablando del año 2008, muere en la ciudad de Caracas, el gran poeta venezolano, Eugenio Montejo.
Michelle Roche escribió en El Nacional:
Se fue Eugenio Hernández Álvarez, pero aprisionado en sus libros y medido por las palabras de su literatura universal quedó el poeta de los heterónimos.
Fue más bien Eugenio Hernández Álvarez quien murió aquél 5 de junio. Por supuesto, que no se trata de Eduardo Polo, cuyo Chamario resuena cualquier domingo en alguna librería infantil, tampoco de Sergio Sandoval ni de Tomás Linden, que siguen juntando versos durante las mañanas lluviosas, mientras Jorge Silvestre pergeña una idea y Lino Cervantes discute acerca del significado de una palabra. Mucho menos se habló de la partida de Eugenio Montejo, quien sí entró a la universalidad hace un lustro, cuando por fin halló las torres de Manoa en el aire y abandonó aquella forma de habitar el presente y el mundo con civilidad, aquella condición del ser humano que se despedía del siglo XX que él bautizó con el nombre de “terredad”.
Cuando hablamos de García Lorca y de Montejo, estamos hablando, sin duda alguna, de poetas cercanos. En el caso de Montejo, pues, por razones obvias. No sólo fuimos contemporáneos, no sólo le conocimos, le admiramos, me tocó en lo personal el honor de entrevistarlos en varias oportunidades. Hasta vecinos éramos, porque él vivía allí en Los Palos Grandes, de hecho la biblioteca de la plaza lleva su nombre y más de una vez le vimos caminando por las aceras de Los Palos Grandes. Eso marca mucho la cercanía. Pero la cercanía no es un problema del tiempo, es un asunto real que tiene que ver con lo que él pensó, vivió con su poesía. Es una poesía que sentimos absolutamente cercana, muy íntima, muy estrecha con cualquier venezolano de nuestro tiempo.
La cercanía en el caso de Federico García Lorca, pues, obedece a otras razones, alguna empatía con la vieja república española, heredada de mi padre, por ejemplo. El hecho de esa muerte trágica, cruel, al principio de la guerra, ese fusilamiento espantoso en Granada y luego su poesía tan honesta, tan abierta, tan diáfana. Su teatro, su obra dramática tan extraordinaria: La Casa de Bernarda Alba, Yerma y tantas otras. La cercanía en definitiva con García Lorca es poética y uno podría decir, si se nos antoja, también geográfica, aunque nunca pateamos las calles de Granada, excepto por alguna pequeña temporada turística.
Los cierto es que este 5 de junio marcó el nacimiento en 1898 de Federico García Lorca en la ciudad de Granada. Este 5 de junio se cumplen 115 años del nacimiento del poeta granadino. Y se cumplen 5 años de la desaparición del poeta venezolano Eugenio Montejo. Tantas semejanzas, todo ocurrió un 5 de junio. En 1898 la primera fecha, en el 2008 la segunda. Alguien quizá, tal vez el mismo Eduardo Polo, le dé por jugar con estos números a ver qué descubre y qué encuentra.
Buen momento para leer, una vez más, siempre a Federico y Eugenio.