Los Supervivientes de los Andes, 40 años después

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  Este pasado 13 de octubre, se llevó a cabo en Chile un juego de Rugby entre una selección uruguaya y una selección chilena. ¿Cuántos juegos de Rugby hay entre selecciones de estos países? Pues muchos, y  ha habido  muchos, a lo largo de loas años. ¿Por qué este es tan especial? ¿Por qué vale la pena recordarlo y subrayarlo?  Porque entre los jugadores del equipo uruguayo, hubo unos cuantos -digamos- pasaditos en la edad, sobre todo para un deporte tan exigente como este. Sexagenarios  avanzados, que volvieron a Chile a jugar ¡por fin! un partido de Rugby que habían dejado, literalmente, congelado 40 años atrás.

  Ocurrió el 13 de octubre de 1972.  En un avión de la Fuerza Aérea Uruguaya, un  grupo de jóvenes muy entusiastas que integraban un equipo de Rugby, salió de Montevideo para ir a hacer una serie de encuentros deportivos amistosos en Santiago de Chile. El avión sufrió un desperfecto y se estrelló en las montañas andinas. Pasaron 72 días hasta que pudieron encontrarlos. Cuando los hallaron, sólo había unos cuantos sobrevivientes. Pero de inmediato llamó la atención de los rescatistas que estos sobrevivientes  no estaban en mal estado. Lucían físicamente bastante bien, se veía que habían estado bien alimentados a lo largo de todos días de penuria e infortunio en la nieve.

  ¿Qué había ocurrido?

  Pues que no tuvieron otra alternativa para sobrevivir, que comer de sus compañeros que habían quedado congelados en la nieve. La historia de este canibalismo le dio la vuelta al mundo. El mundo entero se estremeció. Los jóvenes tuvieron que enfrentar, por una parte, la alegría y la emoción por haber sobrevivido, y por otra parte, la condena, el rechazo y la crítica por la acción caníbal que habían llevado adelante.

  Muchos entendieron que no había otra alternativa si se quería vivir. Ellos hicieron el pacto tácito de nunca decir cuáles fueron los cadáveres que tuvieron que cortar. Además, de que entendamos, todos eran amigos. Ello a beneficio de las familias que todos conocían. Conocían a la mamá de fulano, a la hermana de sutano.

  Pasaron los años, 40 para ser exactos, y hoy por fin pueden volver a vivir en paz. Leo en una reseña de elmundo.es: José Luis Inciarte es hombre de campo. Apodado “Coche”, es una de las personas que optó por callar primero y hablar después. Hoy le habla al mundo sobre la gesta heroica de aquellos jóvenes de 18 años. Eso le permite decir hoy que “la tragedia quedó atrás y que se convirtió en milagro”. “Éramos 16 con vida y hoy somos más de 140 los descendientes que salimos de la montaña”.  Hijos, nietos, en fin…

  Se han escrito muchos libros sobre el tema. Recuerdo, uno de los primeros que escribió al respecto, fue Mario Vargas Llosa, hizo una larga crónica. Se hicieron varias películas documentales. Entre las películas de ficción, unas más honestas que otras, un tanto más escabrosas. Pero allí queda la historia.

  Ellos dicen: “Volvimos y esa gran aceptación y perdón de toda la gente que nos recibió y nos reintegró en la sociedad, después de lo que habíamos hecho y lo que nos había pasado. Pudimos integrarnos y tenemos que agradecer que ahora somos veteranos con nietos. Ir a Chile 40 años después nos emociona mucho”. Fue la confesión  de Coche Inciarte, quien fuera uno de los sobrevivientes, y a la sazón también, uno de los líderes en aquel tiempo de penuria.

  Los Supervivientes de los Andes, 40 años después.

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