Por: Editorial Analítica
Tal como van las cosas en nuestro país, con una crisis que se agudiza cada día más -y hasta ahora una ausencia de acuerdos que la resuelvan y una desesperanza creciente ante la ausencia de una solución inmediata proveniente de terceros- pareciera que, a regañadientes los que creyeron en que una inminente intervención militar ocurriría, no les queda otra que, aunque criticándola, comiencen, poco a poco, a entender que quizás la mediación de Noruega, junto al apoyo unánime que tiene por parte de la comunidad internacional ampliada pudiera, tal vez, ser la luz al final del túnel y ofrecer una salida, quizás no la deseada pero salida al fin.
Es obvio que quedarse sentados en sus casas rumiando y criticando no resuelve la situación, tampoco lo logra teclear con ferocidad mensajes apocalípticos por las redes sociales y mucho menos reclamar a Guaidó que exija a Trump una intervención para que nos saque las patas del barro.
La mediación de Noruega, materializada en los encuentros en Barbados, puede no ser la fórmula ideal para resolver el conflicto ,pero ciertamente es una opción, y como tal no puede ser descartada. Vimos cómo en las redes corrió la noticia que esta había fracasado y que la oposición se había retirado, lo que oportunamente fue desmentido por la Cancillería escandinava. Por otro lado, no se sabe por qué razones, Diosdado Cabello proclamó, a voz en cuello, que la salida de Maduro no era negociable.
Citando al Quijote podemos decir, cosas veredes Sancho, y definitivamente no sabemos aún qué está ocurriendo
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