Pensarán algunos que lo ocurrido en Amazonas es algo que detona las (precarias) posibilidades de promediar una negociación en Venezuela. Esa es una visión que se basa en que estos lamentables hechos no son sino la consecuencia de la acción u omisión de un gobierno y unas FANB que han hecho poco o nada para evitar actividades de terroristas/guerrilleros/ narcotraficantes. Algunos apuntarían además que esas actividades cuentan con la complicidad del gobierno y las fuerzas de uniforme. Y agregarian que el juego está trancado. Yerran. Cuando de sociedades y política se trata, el juego nunca se tranca definitivamente. Siempre quedan espacios de movimiento.
Pero puede haber (y hay) otras visiones, que nunca es ocioso poner sobre la mesa. Los sucesos en El Picatonal -incluso si nos apegamos a las picoteadas versiones reveladas por el ministerio de Defensa y algunos generales claves de la FANB- pueden convertirse en un sobrevenida oportunidad para punto de encuentro de las partes en conflicto. Creo que podemos concordar en que ni las fuerzas armadas venezolanas, ni los partidos y organizaciones que se oponen a Maduro y su régimen, ni las organizaciones o personalidades internacionales que adversan a Maduro festejan un episodio que deriva en la muerte y herida de uniformados que caen por la acción de irregulares, delincuentes o como los queramos denominar. Y podemos sumar al análisis que, además, la ciudadanía de Amazonas en particular y de todo el país en general está atónita ante lo que pasó. Es el horror en el horror. Salvo algunos que sufren de odio psicopático totalmente irracional, por razones válidas o inválidas (esos que dicen sin tapujos ni empacho que un militar muerto es una ganancia), todos estamos condolidos por estos venezolanos que perdieron la vida o que resultaron heridos. Para ponerlo en una frase breve pero clara, Venezuela está de pésame. O, al menos, una parte importante y grande de Venezuela. Pienso (nunca está de más) y pregunto (tampoco sobra) si este doloroso episodio de El Picatonal no será una oportunidad para que, p.e., altos oficiales activos y retirados se sienten a compartir un chocolate caliente y abran una posibilidad de negociación. Conociendo a muchos militares retirados y que abiertamente adversan al régimen, sé que en ellos anida una capacidad proverbial para la comprensión de situaciones militares complejas que quizás a los civiles nos resulta elusiva. No es dejar por fuera a los civiles. Pero si el problema desde hace también reside en la interpretación encontrada que los militares tienen entre sí sobre el papel que ese estamento debe tener en la sociedad y en la política, no vendría mal que entre los hombres de armas intentaran un acuerdo que propicie o dé cierto oxígeno para una negociación de mayor envergadura y espectro socio político. Los militares tienen su propio lenguaje, sus modos.
Un paso, pues. Que puede lucir pequeño pero que podría devenir en grande. Por algún lado hay que empezar.
@solmorillob
Totalmente de acuerdo con sus reflexiones. Señala un camino racional para lograr un desenlace lo m,enos traumático para los venezolanos, Ojalá y tomen en cuenta sus expresiones.