Publicado en El Nacional
Por: José Toro Hardy
Para 1994 Brasil enfrentaba una hiperinflación de 2.477% (46% mensual). Brasil, al igual que otros países latinoamericanos, había recurrido a diversas estrategias fallidas.
La reacción de los gobiernos de la región era bastante simplista. Si el problema era una balanza de pagos negativa, la respuesta era un control de cambios. Si la inflación era el aumento de los precios, la solución era un control de precios. Si el aumento de los precios deterioraba el salario, se decretaba un aumento de los salarios. Todo se regulaba.
Lo que ocurría en Brasil y en casi toda Latinoamérica era un drama que hoy se repite en Venezuela con mayor profundidad y menos sentido.
Brasil sufría un enorme déficit fiscal. Al no tener acceso al crédito externo lo financiaba mediante emisiones de moneda sin respaldo por parte de su banco central, lo que conducía tanto a la hiperinflación como a la devaluación. Para contener ambos males, los gobiernos implementaron controles de todo tipo, incluso de cambio y de precio, que derivaron en un desabastecimiento general y en la aparición de mercados negros con precios muy superiores a los fijados por las autoridades.
¿No nos suena esto conocido en la Venezuela de hoy?
Ante el desequilibrio relativo de precios se creó un patrón de valor denominado URV, suerte de moneda ficticia atada a la cotización del dólar, a la cual se vinculaban automáticamente todos los precios, salarios, contratos y tarifas.
Bajo tales circunstancias el presidente Itamar Franco designó ministro de Hacienda a Fernando Henrique Cardoso, quien adelantó con ímpetu el Plan Real. Como se dijo, al llegar Cardoso, en junio de 1994, la hiperinflación alcanzaba en Brasil 46% mensual. En el siguiente semestre cayó a 3,1%, y en 1995, a 1,7%.
¿Cómo lo hizo?
Emprendió un ajuste macroeconómico adelantando un proceso de apertura comercial y privatizaciones con el fin de equilibrar las cuentas y eliminar el déficit fiscal. Se desmontó el control de cambios que existía desde 1931. Se privatizaron más de 165 empresas públicas aportando al fisco un ingreso del 8% del PIB. Se limitaron las indexaciones de precios, salarios y contratos. Se concretó la renegociación de la deuda externa dentro del Plan Brady con una quita importante de deuda y un alivio en el cronograma de pagos.
El 1 de julio de 1994 se estableció una nueva moneda llamada “real” a razón de 2.750 cruceiros reales y se canjeó a esa tasa la moneda vieja por la nueva. La emisión del real quedó limitada al nivel de las reservas internacionales, y se estableció una paridad de 1 real por 1 dólar. Se le dio autonomía al Banco Central para impedir que financiase el déficit fiscal, aunque no se limitó por ley la facultad del Ministerio de Hacienda de modificar el tipo de cambio en caso de necesidad. En la práctica, el real se valorizó desde un principio respecto al dólar sin que se produjese un período recesivo.
Se reestructuró el sistema bancario y el Banco Central mantuvo tasas de interés positivas tanto para frenar la salida de capitales como para limitar la expansión monetaria. Se modernizaron las empresas y se acentuó substancialmente la competitividad del sector industrial lo cual se tradujo en un salto de las exportaciones brasileñas.
El freno a la inflación se tradujo en una revalorización del salario real, que estimuló tanto el consumo como la producción, lo cual condujo a una baja en los precios de la canasta alimentaria y a una reducción en la proporción de hogares en situación de pobreza, lo que mejoró el nivel de vida de vastos sectores de la población.
La fuerte apreciación del real acarreó un flujo positivo de capitales de tal magnitud que permitió financiar el déficit en cuenta corriente y alimentar una rápida expansión de las reservas internacionales que, entre 1995 y 1996, crecieron en 22.000 millones de dólares. Creció la inversión extranjera directa, impulsada por el programa de privatizaciones y por la compra de empresas privadas por inversionistas extranjeros. Se había restablecido la confianza.
El éxito del Plan Real fue tal que en las siguientes elecciones Fernando Henrique Cardoso fue elegido y después reelegido presidente de Brasil.
El Plan Real, de Cardozo, en Brasil, demuestra cómo las políticas macroeconômicas, sin necesidad de la dolarización, le pueden quebrar el espinazo al déficit fiscal y a todas
sus desviaciones macroeconómocas, producto del populismo. Esa es clave, derrotar el populismo, con politicas como las descritas en el Plan Real, claro guardando las distancias. Pero seguro que su aplicación en Vzla tiene grandes probabilldades de éxito.