Abstención o Indiferencia – Ismael Pérez Vigil

Por: Ismael Pérez Vigil

Los temas políticos se repiten y escribir sobre ellos también, con el problema de que cada vez es más difícil decir algo nuevo, distinto, y eso pasa con la abstención, que es un problema que cíclicamente se nos presenta en la mesa de discusión.

Hasta hace poco la composición política de Venezuela, de acuerdo con las encuestas y resultados electorales, se repartía más o menos en tres pedazos iguales. A favor, en contra del régimen y un tercio del electorado que se autodenomina “independiente”, “ni-ni” –que yo denomino indiferente– y que se inclina parcialmente por una u otra opción, dependiendo de la situación del momento, las promesas o las políticas populistas predominantes. Es este sector el que inclina la balanza electoral y en él hay un grupo que sistemáticamente se abstiene de participar, simplemente porque la política le es indiferente. La indiferencia por la política y las posturas antipolíticas, anti partidos, de ese grupo y de otros, es lo que en el pasado y en buena parte del presente, nos condujo a la dictadura que hoy tenemos.

Pero, en los últimos dos años, la composición política del país ha cambiado. Según los últimos resultados electorales y las encuestas, el “tercio” chavista ha descendido al 20%; el sector opositor ha aumentado a casi el 50% y se mantiene casi incólume el sector indiferente, que es de donde más se nutre el “abstencionismo”.

La abstención es uno de los fenómenos políticos que menos se ha estudiado, a nivel mundial, y particularmente en Venezuela, donde además, durante muchos años –hasta la Constitución de 1999 que eliminó el carácter obligatorio del voto– no fue un evento significativo. Desde 1999 en las elecciones más concurridas, que suelen ser las presidenciales, la abstención o indiferencia más baja fue del 25,3%, en las elecciones presidenciales del 2006. La más alta ha sido en las elecciones parlamentarias de 2005 que superó el 75%. Pero, por mucho que queramos disfrazarla, la primera razón para la abstención en cualquier proceso electoral es la simple indiferencia.

Hay muchas razones para votar o para abstenerse y no voy a reproducir aquí esa discusión. Aparte de las filosóficas y de principios, que son para mí las razones válidas, me interesa discutir la “abstención” como política y desde ese punto de vista, discutir su eficacia, porque lo que no está en discusión es que en política es preciso hacer lo que sea más eficiente. En 2005 la abstención fue la “política oficial” de la oposición y como dije, fue alta, más del 75%. ¿Qué se logró con eso? ¿Suspendió el CNE las elecciones? ¿Quedaron los cargos de diputados vacantes? ¿Fue declarada ilegítima la Asamblea electa con una mayoría espuria? ¿Dejó la comunidad internacional de reconocer al Gobierno venezolano de Hugo Chávez Frías? La respuesta a todas esas preguntas es negativa, como lo fue la situación en la que quedó la oposición democrática venezolana, nacional e internacionalmente, y de la cual nos costó años recuperarnos.

Y es que convertir la abstención en una política que sea movilizadora y se distinga de la simple indiferencia requiere de un gran esfuerzo, mucho más sostenido y de mucha mayor capacidad organizativa que, simplemente, participar; y ese esfuerzo es lo que no veo de manera concreta en ninguna de las posiciones abstencionistas. Al no ofrecer una posición activa, que se traduzca en un enfrentamiento y movilización contra la dictadura, se confunden con la indiferencia; usualmente no pasan de descargar insultos y descalificaciones hacía aquellos que creemos en la eficacia de la movilización masiva a participar y defender el voto y se limitan a enfrentar agria y duramente al propio sector opositor.

@Ismael_Perez

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