Con esa manera de abordar la grave crisis que sufre Venezuela, lo único que se logra es profundizar la ya muy marcada polarización que vive la sociedad y recordarnos que estamos en un juego de supervivencia, en el que no hay espacios para la solución consensuada de ninguna de nuestras más apremiantes necesidades.
Seguir planteándose el asunto entre la Organización de Estados Americanos y el Gobierno venezolano como un juego en el que uno gana y otro pierde, es absolutamente superficial y hasta irresponsable con una Nación de más de 30 millones de habitantes, que independientemente de sus preferencias o inclinaciones políticas, está sometida a la peor forma y calidad de vida que se recuerde en la historia nacional.
Con esa manera de abordar la grave crisis que sufre Venezuela, lo único que se logra es profundizar la ya muy marcada polarización que vive la sociedad y recordarnos que estamos en un juego de supervivencia, en el que no hay espacios para la solución consensuada de ninguna de nuestras más apremiantes necesidades.
Nadie gana cuando en un foro como el Consejo Permanente de la OEA, se observa una opinión mayoritaria, según la cual, en Venezuela se ha perdido la estabilidad democrática, se han violado los preceptos constitucionales y se somete al pueblo a terribles situaciones de escasez de alimentos y medicinas entre otros insumos fundamentales para la cotidianidad.
Nadie gana mientras no se entienda que el problema de los venezolanos está en haber aceptado que nos pusieran de espectadores en un campo de juego, en el que los árbitros están todos de un lado de la cancha, sin reglas pre establecidas, sino que por el contrario, las reglas se definen a medida que avanzan las acciones de los jugadores.
Ya el asunto de la democracia ha pasado a ser secundario, frente a una población que muere de mengua en los hospitales, o pierde la mayor parte del día en una cola para adquirir un paquete de harina de maíz. El derecho a la libertad de expresión o a estar informado, se limita a repetir a muy baja voz, cuánto nos molesta la situación mientras buscamos desesperadamente que alguien nos diga donde conseguir una medicina o una bolsa de detergente.
No sigamos entrampados en este juego de supervivencia. No permitamos que nadie se atribuya la victoria. Exijamos que se entienda que mientras unos ganan tiempo y otros se declaran en sesión permanente; millones de personas sienten que sus esperanzas se limitan a terminar la jornada con vida y un trozo de pan.
En Venezuela todos perdemos mientras esperamos que el mundo nos mire con compasión y una que otra voz, grite aquella máxima del Libertador Simón Bolívar según la cual “cada pueblo tiene el gobierno que se merece”.