Apoptosis: cuando la muerte es necesaria – Samir Kabbabe

Una micrografía de interferencia diferencial que muestra las etapas de la apoptosis de una célula humana. Imagen de Paul Andrews

Publicado en prodavinci

Por: Samir Kabbabe

Nuestro cuerpo produce dos millones de nuevas células cada segundo, más de ciento sesenta mil millones cada día. Si no existiera el mecanismo de apoptosis, a los 80 años de edad tendríamos acumulados 13 kilómetros de intestino y unas dos toneladas de células provenientes de nuestra médula ósea. Renovamos constantemente nuestras células y tejidos y son pocas las líneas celulares que conservamos desde la vida embrionaria.

Las células de organismos como el nuestro tienen un programa de muerte —de suicidio—, conocido como apoptosis, que la propia célula activa autónomamente. También hay activación del programa de muerte cuando células vecinas le envían señales a una determinada célula para que se suicide. Si falla la activación del programa de suicidio aparecen células de defensa que se ocupan de su destrucción. Hay otros mecanismos de muerte celular como la necrosis, provocada por daño o toxicidad externa y la autofagia, que ocurre cuando se priva de nutrientes a la célula y ésta consume sus reservas y estructuras, hasta perder funcionalidad y fallecer por hambre.

La célula es un apasionante sistema con vida propia y organización perfecta, donde se suscitan cientos de miles de reacciones por segundo. El margen de error en sus reacciones es mínimo, pero sí ocurren errores que podrían, eventualmente, convertirla en célula aberrante con potencial canceroso, induciéndose la activación del programa de suicidio.

También hay apoptosis en células orientadas a propósitos específicos, como ocurre con los glóbulos blancos, los cuales son desarrollados contra infecciones, y una vez controlada ésta, al verse sin propósito de existencia, activan su programas de muerte. Si no desaparecieran los glóbulos blancos, se perpetuaría una respuesta inmunológica que podría resultar hostil contra el propio organismo e inducirse enfermedades autoinmunes.

En más de la mitad de las enfermedades cancerosas hay alguna alteración del mecanismo de apoptosis, como también ocurre en enfermedades autoinmunes y en un gran número de otras afecciones.

La célula no es absolutamente perfecta. Toda vida y sistema vence, tiene final y programa de muerte, por más perfecto que parezca. Hay sistemas de corta duración porque tienen desvíos y errores que no pueden progresar o porque su razón de ser se agota rápidamente y activan programa de muerte.

Como es sabido, la ciencia no solo es fuente de soluciones. Lo es también de metáforas. Es por ello que no es difícil trasponer la apoptosis a otros sistemas que acumulan perversiones, deterioro, que no evolucionan ni renuevan sus tejidos. La historia muestra que los colectivismos, los autoritarismos, las tiranías, tienen activados sus programas de muerte, de autodestrucción. Los sistemas tienen larga vida en la medida que evolucionan, se adaptan a nuevas realidades, superan errores, renuevan tejidos y se replican.

La armonía del conjunto de células de un ser vivo como un cuerpo o una nación, permitirá la superación de las aberraciones o la hipertrofia que activan su apoptosis

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