“Si el gobierno soltara a los presos políticos y diese la fecha para el revocatorio se quedaría sin armas para dialogar con quienes considera sus enemigos históricos. Para un régimen represor que cuenta con las armas y el dinero, sentarse de tú a tú con los cachorros del imperio, la ultraderecha fascista, la burguesía apátrida es ya una derrota. Y lo hace porque se sabe perdido y anda buscando como salir del poder con cierta dignidad.” Así comienza una crónica por demás interesante que firma Elizabeth Fuentes en konzapata.com En la misma, la periodista trata de poner en su lugar las diversas opciones que se mueven en la jugada política actual. Descartando desde las voces radicales que se escuchan en las redes sociales, hasta las más serenas y calculadas que se escuchan en esos pasillos a los que, por lo general, ni usted ni yo tenemos acceso.
Se sentaron en una reunión muy larga y por lo dicho bastante dura en algunos momentos. Crispada, llegó inclusive a calificarla el presidente. Y de esa reunión, que si bien para el gobierno es de “diálogo”, y para la oposición apenas exploratoria o de “pre-dialogo”, surgieron unas cuantas condiciones a considerar. Entre estas hoy diario El Nacional destaca en su primera página:
Liberación en las próximas horas de presos políticos.
Desbloquear la salida electoral.
Restitución de los diputados de Amazonas.
Agilizar la asignación de los nuevos rectores del CNE.
Atención urgente a las víctimas de la crisis humanitaria.
Ayer, antes de que se cumplieran 24 horas de la reunión, ya había cuatro presos políticos en la calle. 2001 ilustra con ellos su primera página: Coromoto Rodríguez, Carlos Melo, Andrés Moreno y Marco Trejo. Al liberarlos ya el gobierno está reconociendo que sí, en efecto, tiene presos políticos. Recordarán que a lo sumo han dicho que tiene políticos presos, no presos políticos. Pero ya hay unos en la calle. Es el comienzo de un proceso, que, además, avanza con las horas contadas.
Se reúnen y llega Thomas Shannon. Según hemos leído, el presidente se sorprende por su llegada. Como si no fuera todo parte de una misma operación, como si no se estuviese hilando todo con premeditación y frío cálculo. Se insiste, y vuelvo con esto al punto establecido por Elizabeth Fuentes, en que el gobierno está ya de alguna manera -aunque no lo luzca así en el twitter- contra la pared. Y está buscando sus salidas, sus aliviaderos.
Los estrategas de la guerra dirán que este es el tiempo de los puentes de plata, porque al enemigo derrotado hay que facilitarle la salida. La opción en definitiva va a llegar por la vía electoral, si seguimos apostándole a la democracia. Y como bien han insistido tantos líderes jóvenes que han pasado por este programa, si somos demócratas nuestra única opción es la democracia.
Todavía se insiste en el referendo revocatorio para este año. Pero también empieza a figurar la especie de las elecciones adelantadas. Inclusive algunos hablan de elecciones generales. Es decir, que vayan a medirse todos, incluyendo la Asamblea Nacional, los gobernadores, los alcaldes y, por supuesto, la joya de la corona que es la Presidencia de la República. Podría ser una opción por demás sensata. Quizá la mejor para salir en paz de todo esto.
Y, ya que menciono la palabra más difícil e importante en este tiempo tan crucial, la paz, hay que detenerse en lo que llamaría el dilema del día 3 de noviembre. Ayer entrevisté al Cardenal Urosa, dijo que no le parecía oportuno marchar hacia Miraflores. Le teme a la violencia. Henrique Capriles ha declarado: “Nadie quiere un choque de trenes. Un choque que sería el pueblo contra las armas que tiene el gobierno, porque el pueblo no tiene armas”. Ayer también entrevisté a Chúo Torrealba, sostuvo que esa convocatoria se mantenía en pie a menos que hubiera gestos, gestos importantes; mas no entró en detalles.
El gobierno, por los momentos, maneja la situación de los presos como si fueran monedas, barajitas. Te doy tanto me das tanto, como fichas de un juego. Mas, como en todo, las fichas no pesan igual. Evidentemente, hay nombres gruesos en la mesa, desde Leopoldo López para abajo, aunque éste dice no prestarse a ningún tipo de transacción. Pero, nombres más nombres menos, ¿podría un gesto importante en este aspecto suspender la marcha del día 3?
El régimen, por boca de Aristóbulo Istúriz, Elías Jaua y el propio Diosdado Cabello, habla de una confrontación bélica, de una gran batalla, como si la Avenida Urdaneta fuese el Campo de Carabobo. Nadie quiere que se repitan las experiencias donde los muertos siempre terminan de este lado.
En una muy descriptiva crónica en Tal Cual, Víctor Amaya da cuenta de lo que ocurrió en la última macha cuando, en plena tarima, se discutía el ir o no ir a Miraflores. Algunos insistían en el ya, otros en el todavía no.
No es un problema de arrebatos, tampoco de malacrianzas. Los desplantes de valentía solo le quedan bien a los toreros. Es el tiempo de las cabezas frías. Muy frías y muy sensatas. Recomiendo al respecto leer “Los sonidos del silencio”, de Tulio Hernández, publicado el pasado domingo en El Nacional:
Desde que los partidos asumieron en serio la conducción de la resistencia, después de los desmanes del Carmonazo, el paro petrolero y la abstención en las elecciones de la AN, las fuerzas democráticas no han hecho otra cosa que crecer. Luego del 30% vergonzoso que le sacó Hugo Chávez a Rosales, ganamos el 2-D, el gigantón triste le ganó a Capriles solo por un dudoso 1% y en las últimas elecciones legislativas logramos la mayoría absoluta.
No hay cobardía. Hay sensatez. Nadie responsable va a una batalla para perderla de antemano. Ahora somos mayoría. Hasta nuevo aviso, hemos logrado frenar un proyecto totalitario y crear una sólida base de apoyo popular.
Sigamos así, con la cabeza fría, que, por lo visto, vamos bien.