Curar la homosexualidad

Hace muchos años, en mis tiempos de la televisión, me tocó trabajar con un ejecutivo cubano quien, a viva voz y con ese acento tan característico, solía pregonar que jamás había conocido a un ex marico. Esta alusión, en un medio como la televisión donde la homosexualidad no solo es frecuente sino, sobre todo, libre y notoria porque nadie la oculta, aludía al hecho de que jamás había conocido a algún arrepentido. Especialmente a un hombre gay arrepentido. El ejecutivo lo veía como una humorada, humorada sin duda de mal gusto, pero en todo caso advertía que el viaje a la homosexualidad era un viaje sin retorno.

No se trata de discutir o ahondar en por qué alguien es o no homosexual, ni mucho menos. O si eso es una tendencia de la cual pueda arrepentirse o regresarse, si fuese el caso digamos moral. Traigo esto a colación porque en España se ha levantado una polémica por una mujer que ofrece una terapia para “curar la homosexualidad”.

Leo en El País de Madrid:

“Tras la denuncia de la asociación Arcópoli a una web por ofrecer una terapia “para dejar de ser homosexual”, la responsable de esas técnicas, Elena Lorenzo Rego, ha explicado su posición en una publicación online. En su aclaración, tras declinar este martes hablar con ningún medio, reconoce que ofrece técnicas para “dejar atrás la homosexualidad” y se presenta como una víctima.

Esta asociación Arcópoli, defiende los derechos de la Comunidad LGTB y advierte que dado que hay una ley LGTBfobia, esta campaña de la señora Lorenza Rego podría ser violatoria de la ley. La señora Lorenza Rego dice que no es psicóloga, que tanto solo es una coach certificada. Pero este oficio de coach puede prestarse para no pocas confusiones. En todo caso, ella insiste que no quiere que la gente deje de ser homosexual, solo que advierte y tiene una estrategia por si alguien quiere dejar de serlo.

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Los sexólogos advierten que hay personas con inclinaciones homosexuales que quisieran refrenarlas o no permitirlas. Algún padre con muchos años de casado, hijos y demás, o el caso contrario de una madre. Pero lo cierto es que la mayoría de las personas homosexuales lo son desde un tiempo muy temprano en sus vidas y son muy felices con esa condición.

Siempre traigo a colación una de las novelas más hermosas y que más me ha impactado en mi larga vida de lector: Las memorias de Adriano, de Marguerite Yourcenar, donde el gran emperador dilucida sobre todas las pasiones humanas y, entre ellas, la  que lo marca más hondamente, la homosexualidad. Soy y he sido gran amigo de homosexuales de ambos sexos; seres normales, comunes, cargados de defectos y virtudes, sencillos o complicados, y, como todos, felices según las posibilidades de cada uno. Nada en ellos me ha asomado jamás un atisbo de arrepentimiento.

Por eso pienso que esto de curar la homosexualidad supone un problema delicado, porque supone pensar que la homosexualidad es una enfermedad que se puede –o hay que- curar. Y allí es donde se equivoca de plano a plano la coach Lorenzo Rego.

No es una enfermedad. Y por lo tanto no hay nada que curar.

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