¿Y ahora qué…?

   ¿Le importa al ladrón que le digan ladrón? ¿Acaso dejará de robar porque se lo señalen? ¿Le importa al delincuente que le restrieguen  su condición en la cara? ¿Acaso dejara de delinquir? ¿Y el sinvergüenza? ¿Acaso dejará de andar desvergonzadamente por la vida por más de que se lo digan sus semejantes? Evidentemente, no.

  De nada valieron los merecidísimos calificativos que el país todo le enrostró a las cuatro lamentables rectoras del Consejo Nacional Electoral. Pero, yendo más allá de consideraciones de tipo ético o moral, que evidentemente poco valen en las circunstancias actuales del país, tampoco importó la multitudinaria concentración en las calles de Caracas el 1 de septiembre, como tampoco la muy significativa caceroleada en Margarita a Nicolás Maduro. El régimen no tiene nada que ver con lo que pasa en el país; nada le importa lo que le pase a los venezolanos con tal de seguir aferrado al poder.

  Ya tenemos la definitiva. El CNE se manifestó ayer, aunque de una manera también cobarde y curiosa. No salió en la cadena nacional a la que nos tienen habituados. Hay algo de miedo, supone uno –que no pudor, que no vergüenza-  para darle la cara a los venezolanos. Ya lo sabemos. Las condiciones que han impuesto son tan ridículas, tan inaceptables que no tiene sentido detenernos en ellas. Baste, por ejemplo, subrayar apenas este dato: habrá 5.392 captahuellas. Es decir, 14.000 menos de las que pidió la oposición. Pero lo que agrava la cifra es que, en las internas del Psuv, el CNE utilizó 8.300 maquinas, y para este revocatorio ofrece 3000 maquinas menos. Eso quiere decir, sencillamente, que para el CNE el Psuv es más importante que Venezuela. Eso quiere decir que para el Psuv, Venezuela y usted, querido compatriota, no valen nada.

  ¿Qué viene ahora?

  Se ha insistido desde la MUD en que hay que tener presión de calle. Pero ya queda claro que esta no le hace mella al régimen. Como no respeta al pueblo, poco le importa que el pueblo esté en la calle. Además, ha acentuado de manera inaceptable y dictatorial su carácter represivo. Con o sin calle, en la circunstancia que sea, la disidencia será reprimida.

  ¿Qué opciones le quedan a la oposición? Algún sector de ella dirá que después de esto mejor bota tierrita y no juega más. Otro sector quedará en el desconcierto, perplejo. Otro seguro insistirá en seguir adelante. ¿Pero seguir adelante hacia dónde? ¿Seguir adelante cómo?

  Es lamentable que hoy nos hayamos levantado con la misma incertidumbre con la que nos acostamos anoche. Hubiese sido ideal una palabra esclarecedora, firme, por parte de la dirigencia opositora. De cualquier dirigencia opositora. Porque este es el momento de los lideres, de los verdaderos líderes. ¿Qué vamos a hacer ahora? Es la pregunta que regresa y atormenta. No puede ninguno de los dirigentes opositores (cualquiera de ellos) decirnos ahora que es sorprendente la decisión del CNE, porque si algún escenario era predecible es este con el que amanecemos en la mañana del 22 de septiembre.

  Y las respuestas deben ir mucho más allá de la retorica. Que la MUD afirme que la recolección del 20% planteada es inconstitucional, no nos dice nada. Porque si es inconstitucional es antivenezolana, es antipatriótica, además de miserable y perversa. Como miserables y perversas son las declaraciones, por ejemplo, de Diosdado Cabello que ahora se burla con largos colmillos de las circunstancias de la oposición. Para él lo que concedió el CNE es demasiado, “deberían tener apenas dos horitas y algo para recabar voluntades”. Pero no nos detengamos en Cabello, tampoco en Pedro Carreño que dice que igual no habrá regionales porque “no son prioridad por falta de presupuesto”. Para un individuo de esta calaña, pues, la Constitución no es prioridad. Y al decir que no hay presupuesto evidencia que, entre otras graves carencias, son pésimos gerentes, manirotas que no saben planificar.

  Hay un país que en este momento está desorientado. Un país que en este momento esta trancado. Las fotografías de ayer en la Avenida Francisco de Miranda son en ese sentido elocuentes. Autobuses vacíos colman una avenida sin tener a donde ir. Y algunos desesperados se suben a los techos de los buses, pero desde allí arriba tampoco se ve ningún destino, ninguna salida lado a donde acudir.

  Sería bueno oír liderazgos reales que nos digan y nos respondan el ¿ahora qué? ¿A dónde vamos? Porque más de uno, y me incluyó, a pesar de los pesares, no quiere renunciar.

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