El enigma Quer – Sergio Dahbar

Por: Sergio Dahbar

Nada más inquietante que una persona desaparecida sin dejarSegioDahbar_reducido_400x400 (2) rastro alguno. Menos aún si tiene 18 años. Y si su desvanecimiento ocurrió en una zona de veraneo europeo, a las 2.42 minutos de la madrugada, un domingo, cuando regresaba de una parranda con amigas adolescentes.

Los escuetos datos dicen que Diana Quer, joven madrileña que ha conmocionado a Coruña (España) desde el pasado 22 de agosto, alcanzó a cambiarse de ropa y volvió a salir, sin documentos, para perderse con el olor de la mañana. Han encontrado un mensaje en guasap, de la joven a un amigo en Madrid. Quer alude a un gitano que la sigue y al que teme. Pero la policía descartó el asunto después de investigar a los sospechosos habituales.

Toda sociedad se conmociona cuando una persona se esfuma sin decir adiós. Surgen hipótesis descabelladas, videntes que aportan disparates, especulaciones sobre la salud emocional de la familia, suerte de caldera del diablo donde se cocinan las malas uvas de la intimidad.

La Guardia Civil recibió un twitter de una señora que aseguraba haber soñado que un hombre negro secuestró a Diana Quer. Tenía labios gruesos y usaba lentes. Y conducía un carro pequeño, de color azul o negro. Para la policía este desatino expresa la perturbación que ha introducido este caso en Galicia.

La periodista estadounidense Gillian Flynn desplazó en 2012 el éxito de Cincuenta sombras de grey, de la lista de los libros más vendidos, con una ficción sobre una ama de casa que desaparece, Gone Girl, y que fue trasladada al cine por David Fincher. Flynn critica ferozmente el papel de los medios como elemento enfermizo en medio de una situación policial que se sale de control. Ya ha vendido dos millones de ejemplares.

Lo que ocurre en estos días en Coruña ya fue imaginado por Gillian Flynn. A partir del disparador de una joven desaparecida, los medios de comunicación –hambrientos de detalles morbosos- disparan munición pesada.

Ha salido a relucir una familia acomodada económicamente, pero quebrada por un divorcio. Los vecinos han aportado detalles de la mala relación que tenía la madre con las hijas. De hecho, un juez le quitó la custodia de la hija menor, hecho que el padre subrayó como necesario. Una de las hijas acusó a su padre de darle Valium para que no pudiera ver a su madre en el pasado.

La mesa fue servida: ruptura matrimonial traumática; historial de malos tratos; episodios de anorexia; hermana que no sobrevivió a un embarazo prematuro. Del campo minado podría echar sombra un asesinato familiar.

Hasta la fecha lo cierto es que la investigación no posee otros elementos concretos que establecer algo obvio: Diana Quer estaba en el lugar equivocado, a una hora inoportuna. Lo que debe determinar la pesquisa es si en esa fea esquina de su destino tropezó con un psicópata.

Todo juega en contra para que se desarrolle un trabajo policial eficaz. Las versiones sin confirmar; los puntos de vista de café; las observaciones mágicas sin ningún asidero en la realidad; que se suman a una historia familiar disfuncional, donde se acumulan frustraciones, rencores y desavenencias explosivas.

Lo mejor que podría pasar es que esta joven de 1.78 cm de altura, pelo negrísimo y ojos oscuros, aparezca y tranquilice a una región que lleva días en vilo. La policía podría dejar de revisar grabaciones de cámaras infinitas que registran el movimiento de los automóviles en la zona a toda hora. La maldad que suele rodear este tipo de historias habría sido conjurada.

Nadie puede descartar aún lo peor. Quizás por aquello que respondió el escritor John Irving cuando le preguntaron por qué escribía: “Porque la vida es muy peligrosa: un niño sale de su casa, baja a calle y lo atropella un carro’’. Sencillo y aterrador.

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