Con el correr de los días, ante la acentuación por minutos de la terrible crisis que vive Venezuela, y el empecinamiento del Gobierno en no rectificar; los tres mecanismos constitucionales adelantados por la Unidad para generar un cambio a corto plazo: la renuncia, la enmienda y el revocatorio, empiezan a decantarse.
La enmienda, hasta ahora, ni siquiera despegó; y pedir la renuncia es un exhorto -lleno de rabia y justicia- con el mismo efecto de un suspiro infantil ante la arremetida de Herodes. Las principales fuerzas políticas de la Unidad han ido deslizando sus preferencias hacia el revocatorio, como mecanismo más plausible de ser activado, a pesar de las enormes dificultades que comporta.
Por lo pronto, el CNE reactivó su labor de distracción (tiene semanas buscando unos formularios que nunca encuentra) y es solo el preludio de lo que viene. Luego -cuando aparezcan los formularios- vendría la recolección del 20% de las firmas del Registro Electoral, y una vez alcanzada esa colina habría que superar los votos logrados por el actual mandatario en 2013. Más tarde o más temprano, el CNE tendrá que producir los formularios y el mecanismo se disparará. ¿Podrá la Unidad llevar a cabo tamaña empresa? Ha logrado en el pasado éxitos rotundos en circunstancias de extremo ventajismo oficial. ¿Es suficiente este empeño? Creemos que no.
Las elecciones regionales debería ser, desde ya, parte consustancial de la estrategia de superación de la actual situación. No pueden dejarse en manos del reloj despertador del dios Crono para que nos alerte de su inminencia, porque se está atareado en labores más importantes. Razonar que “todavía falta mucho tiempo”, es dejarse aletargar, marearse… No ver ni el árbol, ni el bosque.
El poder regional todavía en manos del PSUV es un factor que hay que desmontar electoralmente para seguir avanzando con contundencia en la recuperación democrática. El Gobierno lo sabe, y sus emisarios ya comienzan a sugerir que se pospongan ante la eminencia de otra revolcada electoral allí donde más les duele: el interior del país que alguna vez los blindó contra el cambio.
Un proyecto político que sea barrido electoralmente de las gobernaciones sería un cascarón burocrático -como está a puertas de serlo- tan solo sostenido por el tramado de intereses políticos-pecuniarios que están brotando de las venas abiertas de América Latina y otros continentes. El eventual resultado positivo del revocatorio, sin haber acometido las elecciones regionales al mismo tiempo, podría devenir en un lame duck, un animal exangüe, sobre todo si es verdad la leyenda urbana según la cual el oficialismo ya tendría recambio para el primer mandatario y seguir aferrándose al poder.
Lejos de estar buscando traidores a la patria, habría que sentarse a reflexionar sobre las medidas que hay que implementar -desde ya– para enfrentar con éxito el reto de ganar el mayor número de gobernaciones posibles. Los gobernadores y alcaldes de la oposición podrían jugar un importante papel -dada su experiencia- para blindar el revocatorio con un triunfo contundente en las elecciones regionales.
@jeanmaninat
Las regionales se pueden posponer, el revocatorio tiene lapsos por cumplir antes de la mitad del período constitucional (enero 17), sino seguiran ellos en el poder… Lo ideal sería que las hicieran juntas