Occidente no es inocente – Juan Claudio Lechín

Por: Juan Claudio Lechin

Si uno opta por un señor revolucionario que cuide del pueblo, un líder generoso que conmovido provea lo necesario adescarga (1) cambio de recibir amor y apoyo incondicional, estamos frente a un modelo ético y político. Si uno se inclina por el individualismo, la libertad, la democracia representativa y el mercado, es otro.

No hay más, salvo una “tercera vía” que postula una democracia radical, la que Gadaffi, en su libro verde, llamó “participativa”, y que propone destruir los herejes: el capitalismo e imperialismo occidentales. En realidad, esta es una coartada. Luego, en lugar de la tercera vía, sube el caudillo redentor y sus apóstoles (el partido). Y apenas tocan el poder — viejecita de la Bella Durmiente transformada en bruja—, barren con la justicia prometida, eso sí, a cambio de un bien superior (que nunca anunciaron): el Estado, el partido o las leyes revolucionarias (Constitución Cubana art. 62: “(…) ninguna libertad se puede ejercer contra el Estado socialista”).

El militante liberal no es vasallo de su sistema, lo critica y transforma sus excesos. En cambio, el absolutista es vasallo del caudillo y justifica sus excesos.

En la guerra civil siria, Occidente apoya a la oposición armada y Putin al gobierno de Assad y, como retaliación geopolítica, el ruso empuja hacia Europa las masivas migraciones que se producen. No, Occidente no es inocente. La inocencia no es atributo del poder. Pero estamos ante una lucha de sistemas políticos, y se debe tomar posición moral e ideológica para no caer, por andar pontificando el bien abstracto, en un modelo político anti-occidental que luego se lamente, como se lamenta Venezuela.

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