Por: Jean Maninat
Se fue el año y las elecciones parlamentarias, que algunos veían como un suceso político remoto por aquello de “no podemos esperar hasta el 2015, tenemos que salir de esto ya”, están a tiro de post resaca navideña y los más interesados, los factores de la oposición democrática, no terminan de cuadrarse en un frente sólido, con sus diferencias a cuestas, pero capaces de responder con eficacia unitaria a lo que podría ser el evento definitorio en la lucha por la recuperación democrática del país.
Es mucho el tiempo que se ha gastado en buscar caminos que han servido más como señas de identidad de una parcialidad, que como avenidas para acumular un amplio consenso social proclive al cambio. Suficiente se ha escrito sobre lo sucedido en este año tan umbrío desde donde se le vea; hay quien carga con su post mortem particular en la cartera, como una calificación de riesgo triple A, que le otorga el derecho a no mirar hacia atrás ni para recoger deshechos y menos aún errores, de lo bien que habría realizado sus tareas. Pero, henos aquí, que en menos de lo que espabila un político desprevenido, las elecciones parlamentarias, y sus procesos previos, ya se sentaron a la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) y están reclamando con impertinencia la atención inmediata de quienes dirigen el campo democrático opositor.
Declaraciones hubo en el pasado, hay que ser justos en reconocerlo, pero fueron advertencias de pastor incapaces de congregar a toda la aldea en una sola para confrontar al lobo electoral anunciado. Recursos, capacidades y esfuerzos se dispersan en iniciativas descoordinadas que en nada ayudan a que la población perciba un grupo humano unido en su decisión de derrotar democráticamente al régimen. (Al fin y al cabo, en política, las ideas tienen rostro y con esos rostros y sus propuestas se identifican o no los ciudadanos). En una esquina se vocea la importancia de propiciar una Constituyente, en la otra se convoca un Congreso ciudadano, en un cruce de calles se exige la renuncia inmediata del presidente, todo a nombre de la unidad y por vía electoral. Y el chofer, el usuario de transporte público y el peatón, antes de hacer la cola nuestra de cada día, no encuentran razón para intentar discernir las diferencias entre tantas ofertas.
(La difícil lidia de la MUD y su secretario ejecutivo, semeja la de una torre de control en un aeropuerto, donde una escuadra de aviones de exhibición despega y aterriza sin aviso previo, en nombre del respeto a la autonomía de vuelo. En realidad se necesita de la gris persistencia de un puente de ayuda humanitaria, para llegar a tiempo con el auxilio requerido).
El PSUV, por su parte, no se distrae y ya está preparando su maquinaria y la del gobierno para acometer lo que no cesan de llamar la batalla decisiva por seguir controlando la Asamblea Nacional. La tienen clarita.
La oposición venezolana no está en condiciones de darse el lujo de perder más tiempo en iniciativas voluntaristas de marcado sello personal. La deplorable situación a la que han conducido tres lustros de desatinos continuos, la marca de fábrica del socialismo del siglo XXI, exige algo más que una hoguera de vanidades como ofrenda a la democracia. Los principales partidos de la MUD, su secretario ejecutivo, y otras organizaciones en su seno, han venido manifestando recientemente con firmeza, su voluntad de hacer lo necesario para concurrir unidos y altamente preparados a las elecciones parlamentarias.
Quienes teniendo una vocería importante todavía no lo han hecho plenamente, sin rodeos, corren el riesgo de llegar afónicos y sin pertinencia al momento decisivo. La lucha por una Asamblea Nacional con mayoría opositora, es la lucha de hoy por recuperar la libertad y la justicia robadas. Las parlamentarias así de simple… y complicado.
@jeanmaninat